Se trata de una de las actividades más importantes y valoradas entre el colectivo angelical. Me refiero al de los Ángeles Anunciadores.

Su misión, ya lo sabemos y como su nombre indica es la de anunciar, pero anunciar cosas importantes para los hombres, nada que ver con eso de… “Se hace saber, que el señor alcalde ha dispuesto que, en la suelta de los toros de esta tarde, los asistentes se coloquen tras las talanqueras para evitar cualquier incidente como el del año pasado en que “Fortachón” empitonó al panadero y nos dejó sin roscos de anís una semana”…. “Se hace saber…” , un anuncio, también importante, pero no tanto.

Ocurrió que, esa mañana se habían adjudicado en las alturas las tareas para los Anunciadores durante las próximas Navidades y, entre ellos, los encargados de realizar esa tarea, se comentaba la suerte que habían tenido, igual que en la Lotería, pero, en este caso, no con premios altos o bajos ni de la pedrea, sino con actividades muy delicadas.

En uno de los corrillos angelicales formados, se celebraba, como si de un premio gordo se tratase, la suerte de uno de ellos, compartida casi igual que los miembros de un equipo de “futbol” tras marcarle un gol al contrario.

-Enhorabuena, Eremiel, merecías serlo este año.

-Gracias, Jegudiel, ya sé que te alegras por mi suerte al ser el que anuncie a los hombres el nacimiento de Dios en Belén de Judá.

-A mí me alegra, también, Eremiel, has trabajado duro para lograrlo.

-Gracias, Cassiel, eres muy bondadoso conmigo. Espero cumplir mi misión con solvencia, ya tengo lista la trompeta anunciadora y, como el alcalde de Vigo ha encendido ya el árbol estoy muy nervios por llegar allí y anunciarlo a los pastores en todos los belenes del mundo.

-Es una gran responsabilidad, Eremiel, pero sabemos que lo harás bien, muy bien.

-Este año, voy a cambiar algo el pregón, poco, por aquello de renovarse y no ser menos que en “Cortilandia”, que cambian todos los años el teatrillo para los niños.

-Bien hecho, Eremiel, ¡qué no se diga que no nos renovamos nosotros también!

Y ¿cómo lo vas a anunciar, si puedes decirlo?

-¡Claro, no es un secreto… Veréis, tocaré tres veces la trompeta y cuando todos me escuchen diré:

Venid pastores del mundo mundial y escuchad lo que tengo que deciros, no seáis perezosos, dejad vuestros quehaceres y llegad hasta esta gruta que es grande como la tierra, como el mundo entero, porque tengo un anuncia que haceros: ¡Escuchad, oíd…!”, y tocaré otra vez la trompeta…

-¿Y luego? -pregunta Hesediel, siempre pendiente de los detalles.

– Ah, ahora viene lo importante, les diré:

¡Aleluya, hombres, todos vosotros, pastores y alfareros, mecánicos de coches y médicos de centro de salud, maquinistas del AVE y tractoristas de Jordania, tenistas de la ATP y bomberos de Calcuta, bailarines del Caribe o periodistas de Hispania, soldados del Dombás y monjes del Tíbet… ¡Escuchad todos!… ¡Aleluya, que aquí, en el mundo entero os ha nacido el Salvador, que aquí os ha nacido un Niño, de nombre Jesús para libraros del mal, la guerra y la miseria”

-Un poco largo, la verdad -Interviene Barachiel, otro de los Mensajeros que este año no ha tenido suerte-. A mí, me parece que con lo de antes quedaba bien.

-Sí, parece largo, y se van a enfadar los que no nombras… -añade otro.

-Además, es muy comprometido esos que les dices -comenta un tercero

-Parecerían las promesas de un político antes de las elecciones -sentencia -Gabriel que se ha unido al corrillo y él sabe de eso, es el Mensajero por antonomasia y tiene mucha experiencia en anunciar la Navidad sin comprometerse mucho.

-Tenéis razón -dice Eremiel algo abatido y abochornado-. Lo dejaré en lo de siempre… “¡Aleluya, hombres, que os ha nacido, etc.!” dice el ángel encargado de anunciar la feliz noticia, este año.

¡No, Eremiel, no es eso!… ¡Solo necesitas pulirlo un poco!… ¡Claro, está bien hacer cambios!… ¡Pero sin añadir muchos detalles!… ¡Los humanos son muy especiales, oye!” -le dicen todos a la vez para animarle, preocupados por sus objeciones, un poco duras, todo hay que decirlo.

Dejemos a este grupo animando al abatido Eremiel y vayamos a escuchar lo que dicen en aquel otro corrillo situado sobre esas nubes oscuras. Están ahí varios de los ángeles más importantes en sus respectivos dominios.

-Arariel, ha tenido que irse deprisa, sin despedirse -dice Kailon, el Ángel encargado de la intrepidez celeste-, porque lo suyo, lo de las aguas en la tierra está fatal.

-Es verdad, en unos sitios inundaciones y en otros, sequía a tope, ¡tiene mucha tarea el pobre!- comenta Barachiel siempre muy atento a las cosas que hay que arreglar en la Tierra.

Pero, el que ha tenido menos suerte en el reparto de tareas para esta Navidad es Jegudiel -dice otro del grupo-… Por cierto, ahí viene, le ha tocado visitar Bangladesh, y ahí están muy necesitados de todo.

-Bueno, pero Él es el encargado del amor misericordioso, le irá bien…

-Pero es muy duro ver a la gente allí, sin dada que hacer, viendo pasa los días sin nada que comer, viviendo a la intemperie o en chamizos entre residuos y suciedad con los animales viviendo entre ellos, compartiendo su miseria y sus necesidades… es muy duro compartirlo, supongo.

-A mí tampoco me hubiese gustado tener esa misión.

-Pero, peor es la de Hesediel -señala otro entre ellos.

-¿Qué le ha tocado hacer a él esta Navidad? -pregunta uno de grandes alas que bate con frecuencia.

-Tiene que ir a ver a ese señor de pelo rubio que ha sido presidente de los Estados Unidos y que ahora se vuelve a presentar y es posible que…

-¿Gane…?

-Eso apuntan las encuestas, el actual se ha metido en muchos líos con lo de la guerra en Europa y va por debajo.

-Sí, mira, aquí viene, podemos ver que tal lo lleva.

-Qué tal, camaradas… ¿arreglando el Cielo?

-Comentábamos lo tuyo, eso e ir a Florida para estar con…

-Sí, sí, con Trump, ese señor rubio de ademanes poco… elegantes, digamos

-Siissch. Que se te puede oír por las alturas.

-Da igual, he protestado ya por ese encargo.

-¿Cuál?, ¿cuál…?

-Lograr convencerle para que no se presente a la reelección.

¡Vaya encarguito!… ¡Eso es un verdadero marrón navideño!… ¡Difícil, oye!… ¡Un asunto chungo! …”, comentan los otros entre ellos.

-Quizá fuese más útil lograr que soltase una buena la pasta para los niños que llegan a su frontera y no les dejan entrar al país, puedan volver con mejores medios -dice Kailon que se ha unido ahora al grupo.

-Eso es imposible y lo saben arriba. Ni intentarlo -añade Hesediel.

-Es un reto, sin duda -señala otro.

-Pero, tengo mis planes -dice seguro el Anunciador enviado a esa misión. ”¡¿Cuáles, dinos?… ¿cuáles?!”, preguntan curiosos los demás ángeles del corro.

-Voy a anunciar, de forma discreta, naturalmente, usando palabras dichas a media voz en el comedor de magistrados y en otros sitios, como si fuesen murmullos, rumores al oído… voces del más allá que solo puedan escuchar ellos, los magistrados, cuando están en los despachos, salas de reunión, incluso la cafetería o el lavabo del Tribunal Supremo.

-¿Y qué dirán esas voces?

-“Hay que impedirlo, evitar que se presente… acelerad las vistas de sus delitos y fechorías pendientes”-exclama Hesediel con voz hueca, como de ultratumba.

-Parece un buen método, quizá así se pongan a ello y le inhabiliten… “Oigo voces, se dirán”, comentan divertidos los otros ángeles… “¡Oigo voces!”, repiten.

Y, al salir del recinto, al pasar junto a otro grupito de los Anunciadores, se escucha decir:

Yo, voy a trabajar duro con los futbolistas en Qatar para que de las primas que reciban al terminar los partidos con sus selecciones, dejen una cantidad para los niños de Bangladés, Calcuta, Manila y Katmandú, cuyos padres han muerto construyendo los estadios en los que han jugado los partidos.

-¡Ah, sí, parece que han sido muchos!

-Más de seis mil -cierra Cassiel el diálogo.

Entonces, bastante animados, se les escucha despedirse: “!Hasta después de Reyes…!, ¡Feliz navidad!… ¡Buena suerte!… ¡Tenemos mucho trabajo pendiente!… ¡Nos veremos a la vuelta!… ¡Hay mucho que hacer!” Y, agitando sus alas, se pierden en el horizonte.

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