El próximo día 25 de mayo tendrán lugar los comicios en España para elegir a  los diputados al Parlamento Europeo (PE). A España le corresponden 54 diputados. Es un hecho importante, se trata del Parlamento de la Unión Europea (UE) formada por la integración de 28 estados con una población de 501 millones de habitantes, una gran potencia mundial.

Los temas de Europa, de la UE, siempre nos parecen muy lejanos. Las elecciones europeas despiertan poco interés que se manifiesta en una participación electoral baja, en las últimas elecciones celebradas en el año 2009 fue del 49 %. Estamos más motivados  por las elecciones, municipales, por las autonómicas y, especialmente, por las legislativas que pueden abocar a un cambio de Gobierno.

Sin embargo en los últimos años la crisis ha hecho más evidente que las grandes directrices de la política económica y financiera vienen dictadas por la UE que presiona a nuestros gobiernos para hacer recortes y reducir el déficit presupuestario, para una legislación laboral más flexible, para muchos otros temas que nos afectan como la política agraria, la pesquera, el medio ambiente… Es frecuente decir que una determinada disposición “viene de Europa” sin definir de quién ni de qué organismo.
Esta gran incidencia de Europa en nuestras vidas es la consecuencia de la serie de transferencias de funciones que han tenido que hacer los distintos gobiernos de España a la UE y han ratificado en diversos tratados presentados como avances para la consolidación europea.

Ante esta situación la actitud razonable sería interesarse vivamente por los temas europeos y participar masivamente en las próximas elecciones. El resultado nos va a afectar, las nuevas directrices vendrán del partido que tenga más votos. La orientación política y económica será distinta si tiene mayoría absoluta la derecha pura y dura o si los partidos de izquierda que propugnan un cambio de orientación logran una incidencia real.

Se alega a veces que el PE no es un órgano determinante en la política europea, que las grandes decisiones emanan del Consejo Europeo (CE) y de la Comisión Europea. Esta situación va a mejorar sensiblemente, a partir de ahora el Parlamento va a tener potestad para elegir al presidente de la Comisión europea (CE), el órgano ejecutivo, y se van a ampliar las competencias del Parlamento.  
Las elecciones del próximo mayo nos plantean un reto, hay que lograr un cambio profundo en la UE. Mencionemos algunos temas en los que hay un debate abierto:
Impulsar un funcionamiento de la UE profundamente democrático y una gestión transparente.  Se ha reiterado en muchas ocasiones que la UE tiene un  déficit democrático.

En esta línea está la demanda de una ampliación de  competencias del Parlamente para que sea una verdadera cámara legislativa.

Romper el acentuado sesgo neoliberal de las directrices de la UE. Se ha dicho que la UE está dominada por el capital financiero y de las grandes multinacionales que tienen  grupos de presión en su seno. Además, el FMI ha adquirido una gran influencia e impone sus exigencias a los estados.

La UE no está priorizando los grandes problemas de la población como el paro y  el aumento de la pobreza a pesar de todos los discursos en esta línea. El resultado es una Europa en la que los ricos cada vez son más ricos y los pobres más pobres.
Y hay muchos más debates como la legislación laboral,  las funciones del BCE, los eurobonos, la política fiscal e incluso el Euro.

Los españoles tenemos más temas a debate, tenemos una deuda pública agobiante, en diciembre del 2013 era del 93,5 %, sigue aumentando y estamos pagando unos intereses muy elevados. EL BCE presta a los bancos al 0.25 % y estos compran bonos de la deuda pública con intereses que han llegado al 4 % o más.

Quizás sería preciso hacer una auditoría de la deuda, saber exactamente qué cantidad es imputable al Estado y a las distintas administraciones y negociar las condiciones de pago, nos parece inadmisible que el BCE no preste directamente a los Estados al 0,25 % como a la banca. Algunos consideran que es impagable en estas condiciones.

Los intereses de esta deuda inciden sensiblemente en los presupuestos del Estado, obligan a hacer recortes en los servicios básicos y no deja recursos para impulsar una política de desarrollo económico  que permitiría disminuir el paro.
Para abrir estos debates e impulsar profundas transformaciones es preciso que los partidos políticos con decidida voluntad de cambio y con coraje tengan una notable representación en el nuevo Parlamento.