Madrid tiene estas sorpresas. Esta mañana, sin siquiera imaginarlo, he visitado una bonita exposición de pintura en el Centro Valle-Inclán de la Asociación de Vecinos de Prosperidad.

Gloria, su portavoz, me ha invitado a pasar a verla. Han encendido todas las luces y ahí, frente a mí, colocados en tres paneles verticales, aparecen los colores, las ideas, los pinceles, el arte, plasmados por sus autores del Centro de Rehabilitación Psicosocial, CRPS Arturo Soria.

Durante unos minutos, en silencio, he podido detenerme en cada uno de ellos y, sinceramente, he quedado, primero, sorprendido, luego admirado. En esas pinturas hay, capacidad de observación, imaginación, creatividad y, sobre todo, alma. El alma de sus autores que está en ellas esperando ser admirada.

¿Cómo, si no, plasmar  tan vivamente un pajarito que canta en la rama del árbol al que ha llegado desde otro, imponente, que parece echarle de menos?

¿Cómo, si no, esa danza de mujeres en trajes típicos que forman una bandera que se mueve al viento del paisaje que las contempla complacido?

¿Cómo, si no, pintar esas criaturas, acaso una nueva especie surgida de la mente del artista que, sobre el blanco puro de la tela o bajo el azul de un cielo casi sin nubes, avanzan llamando a sus parejas?

¿Cómo, si no,  sentir en la boca el frescor de esas frutas recién cortadas en un día de calor como el que hoy tenemos?

¿Cómo, si no, representar con sencillo trazo de pintor ducho una nebulosa acaso descubierta por un astrónomo niño desde su azotea y forma de corazón? Quizá debería llamarla “Nebulosa Cordial”, sería muy acertado.

¿Cómo, si no, pintar los zapatos de cristal de Cinderella, justo cuando los descubre el Príncipe Valiente, u otro, y llevárselos para encontrar a Cenicienta?

¿Cómo, si no, reflejar con los pinceles, el canto de amor entre dos colibrís que revolotean uno en derredor del otro?

¿Cómo, si no, pintar el brillo de las alas de la mariposa que se dispone a libar el polen de la margarita que la espera abajo?

Sí, todo eso está en las pinturas de la exposición.

Gracias, por haber podido disfrutarlo, seguro que va a tener muchos admiradores. Yo, el primero,

 

Por cierto, he dejado para el final un comentario sobre esas dos pinturas que, en el mismo panel, reflejan una situación tan importante en estos días. El rostro pensativo y el pez azul.

Expresan tal vez, la duda, la perplejidad, puede que el temor, ante ese examen que, a ratos se piensa estar tan pez como el de bonitas tonalidades que nada más abajo  y, en otro instante, se muestra confiado, casi seguro… ¡muy seguro!, de que lo aprobará alejando al pez de su mente. Ha sido un acierto ponerlos juntos, rostro dubitativo y pez, en el mismo panel en tiempos de zozobra. Y pienso, que el autor/a del dibujo sabe que el pez estará, también, de su parte.

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