Tomando café con churros

El otro día, mientras me incorporaba a mi vida tras la bicha desenfrenada y traicionera, porque con ella hay que tener siempre cubiertas las espaldas y los pulmones, me llegué hasta la churrería del barrio, pude sentarme junto a mi café, mi churro y mi porra. Tras tantos meses, aquello me parecía un lujo increíble, tanto como volver a ver cantar juntos a Simón y Garfunkel, estaba poniendo el azúcar y la canela a los fritos, cuando llegó mi amiga Alicia, la enfermera, me pidió ocupar el asiento libre y nos pusimos a charlar mientras le dábamos al churro azucarado y a los cafés descafeinados.

-Pensaba yo, -me dijo mientras descansaba del churro en el plato-, que en Madrid hay un desequilibrio social, en cuanto a presión política se refiere, muy a tener en cuenta.

-No, me refería a nosotros, a los que vivimos en la capital. Tenemos más presión con respecto al resto de ciudadanos de otras latitudes. Aquí hay una tensión política importante y mucho más en estos últimos tiempos, algo que el organismo medio no lo admite, esto es un desaire y un desasosiego continuo. Durante mis años de profesión, he podido comprobar que hay más flatos chungos aquí, en la capital, que en Liérganes, donde me pasé un año sabático, allí la gente vive de otra forma más natural, sin violencia ni provocación. Por ejemplo, esto mismo, la cosa de sentarse a disfrutar del churro, allí en invierno te arregla el cuerpo un chocolate con churros. Cuando te apetece, pues llegas al lugar oportuno, te sientas y lo pides. Aquí te tarda un suspiro, está todo hecho, siempre preparado y a nuestra disposición. Allí, llegas, te sientas, esperas, ojeas el periódico, cotilleas con alguna persona del lugar y quince minutos después lo tienes delante de ti y recién hecho, además puedes ver cómo te lo hacen porque la puerta de la cocina está abierta y en perfecto estado de revista.

-Alicia, aquí somos unos “cagaprisas”, siempre deprisa y corriendo. Lo queremos todo para antes de llegar. Conocí un restaurante portugués, aquí cerca, en la sierra de Madrid, que María, la portuguesa, que era la dueña y cocinera, también trabajaba bajo demanda y sin presiones. Pedias un bacalao asado con tomate y patatas fritas y primero un coctel de gambas, como a mí me gustaba; sin palitos de cangrejo, con escarola y aguacate y unos trocitos de fruta, y a los diez minutos se acercaba el marido, con mucho misterio y te preguntaba al oído, ¿qué fruta quieres, melocotón, cereza, manzana…?

Eso es comer bien, a tu gusto, había que esperar, pero la comida estaba deliciosa y en su punto. Vas a tener razón que, aquí, en los madriles, por causa de la política y el politiqueo, vamos todos demasiado acelerados.

-La tengo, no te quepa la menor duda que la tengo, lo que me gustaría es que, ya que tenemos que aguantar este valor añadido capitalino con toda la tensión que nos ofrecen día a día los decires y maldecires de nuestros políticos, esos a los que pagamos para que nos resuelvan los problemas y ellos, como propina y a fondo perdido o como donación altruista, solo se dedican a encabronarnos y malhumorarnos individual y colectivamente. Si a eso le añadimos las manifestaciones acumuladas, porque toda la que se considere una buena manifa, tiene que ser o terminar aquí, en nuestras calles, para que se les oiga y sean respetados sus derechos vulnerados.

Total, que pienso que nos debían rebajar los impuestos o volvernos a dejar las medicinas gratis, porque la mayor parte de nuestros jamacucos intracorpóreos o extrasensoriales, vienen por el acúmulo de las broncas sordas del Congreso, con nosotros mismos, con el vecino sobrado, el cuñado marisabidillo, el amigo pesado o el paciente insistente.

-Sí, Alicia, un profe que tuve hace muchos años, me dijo que, cuando el organismo no se aclimata, se aclimuere y yo lo noto, se me van hinchando las gallinejas y me impiden respirar bien. Y eso es lo que nos va pasando, los que somos de pellejo débil nos hipertensionamos en exceso y no hay “pilule” que nos regrese a nuestra tensión basal óptima.

-Déjate, que para todo hay trucos, le tomas la tensión a un 28/ cualquiera, la tiene por las nubes, pero le dejas un rato que hable, que se explaye sin rencores pero con contundencia, y a los diez minutos, cuando ha soltado todo lo que llevaba dentro de incomprensión acumulada y de coágulos de angustia concentrada, se la vuelves a tomar y las cifras han bajado un Potosí.

-Pues eso podría tener una solución, los médicos de derechas, que pasen la consulta de 9h a 12h y los de izquierdas, que son más de vermú, de 12h a 15h, de esa forma los que comulguen con el espíritu del ayer, madrugan un poco y los que estén por promover el cambio social, a última hora de la mañana.

¡Oye Alicia, tú que tienes contactos en sanidad, se lo podríamos proponer a la simpar dirigente, lo mismo proponía corridas de diestros y corridas de siniestros en las Ventas.

-Tratándose de ventas, enseguida aceptaría, pero el problema sería para los pacientes de centro. Con los ultramontanos no casarían, son de distinta onda, pero con los rojochavistabolibarianocomunistas, no creo que coincidieran en nada.

-Pero tú te crees, Alicia, que en esta Comunidad puede haber alguien centrado, ¿por muy paciente que este sea?

Llevas razón, al llegar aquí, entre los unos y los otros te descentran. Sabes una cosa, que en casa, sin salir para nada y sin escuchar a los políticos, no tenía el coscojillo ventricular tan estirado.

-Lo que tú dices; que tienes arritmias y eres de derechas, una consulta con un médico de derechas, que eres de izquierdas, pues con un izquicardiólogo. Así, o la arritmia se arregla o te da un periflus y te meten una batería de petaca entre pecho y espalda, de las de no te menees, que si haces un esfuerzo, como estornudar tres veces seguidas, se te disparas off, Serie Premium y te da un latigazo y te centra.

-¿Esta técnica formaría parte de la medicina holística, Alicia?

-No, sería más de la esperpéntica, que es a lo que nos tienen acostumbrados.

Pero de todas formas, entre la porquería que respiramos y lo que nos alteran los nervios en el Congreso, con sus decisiones confusas, unas veces y con sus indecisiones inconclusas otras, los que vivimos en el foro y que no somos forofos del balón, nos tienen agobiados, congestionados, amilanados y sin pulmones.

-Y la que nos va a venir… Como se han puesto todos de acuerdo en meternos, tipo supositorio con espículas, su Madrid Nuevo Norte, nos va a decelerar los alveolos y provocar prolapsos cardíacos. Si ahora respiramos mal, ¿qué será cuando nos acondicionen las obras de mejora de un vertedero de escombros, llamado Madrid?

-Pues da que pensar, no quedaría mal el largarse a una ciudad civilizada, sin tantas ansias de liberalismo económico y con un poco más de entrega liberal por la cosa social.

¡Alto! Pido tiempo para dar cobijo, a la ya fría porra, en mi hiperclorídrico estómago, agitado y acidificado por el constante contubernio jodiopolítico financiero-mercaderil, a que nos tienen acostumbrados los que deciden el destino de nuestros pulmones en esta Comunidad automona.

-Venga, que se enfría.

-¿Qué se enfría? Ya lo dijo el poeta: una de las dos Españas ha de helarte el corazón.

-Ya pero no habló de hiperpolución.

-Pues cambia el verso, si siempre has sido de verso libre, tampoco pasará nada. Dices que una de las dos Españas ha de contaminarte el pulmón y punto pelota, ¿no?

-Pues a ver si quedamos otro día

Y redactamos un manifiesto

Por la bajada de impuestos

A los que sufrimos esta perfidia

De aguantar al maloliente Medio Ambiente

Con insultos indecentes

De políticos imprudentes

Que maltratan a sus gentes.

-Pues cuando pase San Juan.

-Sí, así echamos más leña a la hoguera, que nos tiene calentitos.

-Venga, que lo tosas bien.

-Lo mismo te deseo.

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