La epidemia de ébola se inició el pasado mes de marzo en África Occidental, ya se han contabilizado unas 4.500 muertes pero la cifra real podría ser más elevada. Afecta a Liberia, Sierra Leona y Guinea y además a Nigeria con algunos casos.

El virus está incidiendo en unos países con una economía muy deprimida y que carecen de los más elementales recursos para atender a los pacientes e incluso para tomar medidas preventivas eficaces para atajar o al menos limitar la expansión de la epidemia.

Los gobiernos de los países afectados están pidiendo insistentemente el apoyo internacional. Por ahora la respuesta ha sido muy limitada a pesar de que la epidemia no es solo el problema de unos pocos países alejados, es un problema mundial porque puede propagarse a todo el planeta y no hay ninguna terapia eficaz para combatirla. Médicos sin Fronteras están desarrollando una excelente y abnegada labor en las zonas dañadas.

El problema va más allá de las muertes, están quedando miles de niños huérfanos que muchas veces sufren el rechazo de sus propios familiares que no quieren acogerlos por miedo al contagio.

Además se está colapsando la economía de unos países extremadamente pobres, con hambre.

Como era de temer hay una infectada en España, Teresa, sanitaria que atendió a los enfermos españoles de ébola repatriados de África que murieron.

Con la infección de Teresa, que continúa grave, aunque evoluciona a mejor, ha surgido la alarma en la población, alarma acrecentada por la confusión. Parece que al morir el último infectado que atendió Teresa, el hospital le dio unos días de permiso que pasó en su casa y en su barrio, que tuvo fiebre pero el médico no le dio importancia a pesar de haber estado en contacto con los infectados. Al final la trasladaron al hospital en una ambulancia sin la menor precaución, parece que el personal sanitario no ha recibido las instrucciones adecuadas para usar los trajes especiales de protección, parece que estos trajes no son los más adecuados, parece que hubo errores o negligencias por todas partes. Ahora las personas que han tenido un contacto más directo con Teresa están en el hospital Carlos III en observación.

En esta situación Ana Mato, la ministra de Sanidad calla, por lo menos hasta ahora y Francisco Javier Rodríguez, el Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid hace unas declaraciones inculpando a la infectada.

Hay alarma social porque hay una información confusa, porque en el proceso hubo errores y nadie lo reconoce y encima se inculpa a Teresa, la sanitaria infectada.

En esta crisis, sucede como en muchos otros problemas que surgen, aquí nadie se equivoca, aquí nadie hace una autocrítica, aquí nadie dimite o es retirado de su cargo.

Creo que ante cualquier problema todos podemos equivocarnos, cometer errores por la razón que sea, pero cuando algo falla hay que tener la capacidad de percatarse pronto, efectuar un sereno análisis para saber las causas y tener la valentía de hacer una autocrítica.