Y nuevamente el tren de los sueños sigue su marcha, apenas decelera cuando pasa por el apeadero donde esperan los indignados, los desahuciados no se detiene ya que el tropel de gente que hay en el andén es demasiado importante, además pide justa reparación.
El tren de los sueños, del onirismo terrorífico que invade las noches de muchos ciudadanos llega a una estación que está muy bien iluminada, siguen bajando, como siempre: la pena, el paro, las hipotecas, el susto, la desconfianza y los interrogantes con olor a miedo social.