Minicuento de Navidad

-Papá, este año nos está quedando muy bonito el Belén.

– ¿Tú crees?

-Sí, pero me gustaría que pusiéramos al Niño Jesús fuera del pesebre.

-Ah, sí… y ¿por qué?

-Para que tenga buenas vistas y lo vea todo mejor.

-Entonces, ¿dónde te parece?

-Creo… que en lo alto de la colina.

-Ah, claro, cuanto más alto esté, mejores vistas, ¿así?

– Bueno, sí… pero si lo ponemos mirando hacia ahí, mejor… puede ver el salón.

-El salón, ya… para ver el árbol iluminado, así…

-No, el árbol le podría dar envidia, Él no lo tiene.

-El Niño Jesús, no siente envidia, ya lo sabes, Juancho,

-Por si acaso…

-Entonces, qué más te da…

-No, es que quiero que vea la tele…

-Ah, ver las calles tan animadas, las luces, mucha gente de compras… sí, eso le gustará, estará bien así viendo la tele.

-No, papá, las noticias, lo de los niños árabes…

– ¡Hombre, eso quizá le disguste!… seguro que le hace llorar.

-Eso quiero, que llore.

-Pero, por qué, Juancho, quieres hacer llorar al Niño Jesús viendo lo de Gaza…

-Es que, le voy a pedir que haga que sus parientes…, ese hombre que manda allí…

– ¿Netanyahu?

-Y todos los demás, a sus parientes pues estos de ahora son parientes suyos, dicen, ¿no?… los primos de sus primos, sus amigos, también ese “Matanyaju” y tal vez esos soldados sean tíos segundos o terceros… ¡No sé…!

-Bueno el nació hace muchos años…

-Pero, sí nosotros somos hijos suyos, algo mucho más que parientes los de ahora, quizá esos de la tele, sean también sus parientes, aunque sea lejanos.

-Hombre, visto así…

-Así lo veo yo, todos somos parientes del Niño Jesús.

-Si, bueno… sus parientes, sí, claro, ya, ¡parientes lejanos!, puede ser…

-Entonces, cuando ya lo haya visto durante unos días en la tele, le voy a decir…

-El qué hombre, Juancho, me interesa mucho

-Le diré: Niño Jesús, has visto lo que hacen tus parientes a los pobres niños árabes, y seguro que no te ha gustado, parecido muy mal… a mí también, entonces, te pido, de corazón a corazón, que hagas algo…

-Qué crees tú que podría hacer el Niño Jesús una vez enterado por la tele de lo que pasa allí, por su tierra…

-Pues lo que haría yo, y cualquier otro niño si pudiese, cogería y me presentaba en casa de Nutantino, o como se llame, y le diría: “Mira, Nutanjulo, no mandes tirar ni una bomba más contra esos niños ni a sus abuelo, abuelas, papas y mamás de los niños palestinos, que aunque no son de nuestro pueblo, yo te mando que no los mates, que los quieras también ya que tú y yo somos parientes y me debes de querer a mí, pues a ellos igual, recuerda lo que nos hicieron a nosotros los nazis aquellos, a los niños nuestros también, así que si no lo haces dejaré de ser tu pariente y te quedarás sin parientes ni amigos y ninguno de ellos, ni tus parientes ni amigos, aquí ya te querrán… ¡yo sí, pero porque no tengo más remedio!, pero si no, tampoco… ¿lo entiendes?, ¿te has enterado bien de lo que quiero, Netantuyo?”… o como se llama ese señor. Eso le diría yo.

-Entiendo, está muy bien, Juancho, muy bien, hijo… dejarle las cosas claras el Niño a su pariente.

-Ah, y también le diría que le diga a su pariente que deje que los curen y les den comida y agua y que arregle todas las casas que han roto y los coches y tiendas que han destruido, también que les de todo lo que necesiten al volver, ahora se han tenido que ir, por lo de las bombas… y que no se quede con nada de lo que les han quitado que a los palestinos les hace más falta que a los parientes del Niño Jesús, incluso para comer… Bueno, ¡eso le pediría!

-Sí, eso también es muy necesario que se lo diga y con mucha fuerza para que le haga caso, ¿verdad?

– Para qué no se le olvide luego.

-Claro, eso es lo que tiene ser pariente de Dios, Juancho.

 

             (Segunda escena y Epílogo del cuento de Navidad “Petición”)

(Han pasado varios días desde que Juancho y su padre han puesto el Belén en el salón de su casa).

-Papá, hay que hacer un cambio en el Belén.

-Ah, sí… ya, tan pronto.

-Ha pasado tiempo suficiente.

-Bien y ¿qué cambio quieres hacer?

-Verás, creo que ese señor, Natantajo, o algo así…

-Netanyahu, Juancho, Netanyahu

-Bueno, ese… Quiero cambiar a Herodes, sacarlo del castillo y poner este otro aquí, en el patio de armas del castillo…

-Y ¿quién es este tan feo?

-¡Papá…!, es Thanos el más villano de todos los villanos de Marvel, el que ha construido con sus amigos Gamora, Nebula, Cull Obsidia y la malísima Proxima Midnight, esa arma poderosa que se llama el Guantelete del Infinito con el que eliminar a la mitad de los seres vivientes del Universo…

-Coñi… digo, caramba, si que es malo el tipo. Pero, tú sabes que Herodes era un judío puesto por los romanos para gobernar en su nombre al pueblo hebreo, ¿no?

-Claro, igual que el Natanjatu, está puesto ahí por sus amigos….

-Ya, bien… mejor no decirlo, la CIA está en todas partes.

-Y que tiene que ver uno con otro, dime.

-¡Papá…! ¿No te acuerdas de los Santos Inocentes…?

-Ah, bueno sí, en que ambos son poco amigos de la infancia… ya… bien, lo veo, sí, ahora lo entiendo… cambiar uno por otro, ¿así?

-No, más a la derecha, ahí, que no le llegue ni el calor del fuego de la olla de los pastores, nada, solo ahí en la fría noche, sin luz ni calor… ¡es muy malo!

-Claro, a la sombra. Quizá algún día…

-¿Qué?

-Nada, nada, cosas mías de la justicia y eso.

-Ya…

-Y ¿cómo has encontrado a ese personaje de Marvel?

-Lo he cambiado con el primo Tony por mi Spiderman.

-Ha salido ganando, sin duda.

Pero yo quiero que pongamos cerca este cartel y estos soldados en lugar de los centuriones romanos con lanza.

-Pone Natanjuyu-Herodes…

-¡Quiero que no haya dudas cuando vengan mis amigos a ver mi Belén!

-Ah, bueno. ¿Y estos soldados de ahora?

-Me los regaló la tía Asun por mi cumple. Son comandos navales…

-Pero ¿no habremos cambiado mucho tu Belén tradicional?

-Un poco sí, claro, aunque el pesebre está igual con la vaca y el burrito… y los pastores con sus corderos y las lavanderas en el río… y el ángel que anuncia al Niño Jesús con sus alas extendidas llevando la pancarta de “Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad”

-Mira, ¡eso sí queda igualito que cuando yo era como tú…!

-¿Tú has sido como yo?

-No tan perspicaz, supongo, Juancho.

– Solo eso, a mí me parece que yo no soy tan bueno como tú.

-¡Ven te daré un abrazo, hijo!

                                                        Epílogo

( Han pasado los días y Juancho y su padre están de nuevo al lado del Belén)

-Después de todo, con tus cambios, nos ha quedado muy moderno.

-Ya te lo dije, papá, hay que modernizar algo las tradiciones… ponerlas al día, creo.

-Sí, y me hubiese gustado que tu madre lo hubiese podido ver con nosotros.

-Ya lo sé, pero la recordamos mucho y ella estará ahora con los ángeles esperando al Niño Jesús a que vuelva con ellos al Cielo…

-Sí, puede esperarle unos cuantos años ahí.

-Treinta y tres, dicen.

-Es cierto, muy poquitos, parece.

-Aquí, solo hasta primavera y las procesiones.

-Es verdad.

-Por cierto, tengo que cambiar algunas cositas más del Belén.

-¡Más!

-Poca cosa… ponemos el “caganer” aquí, cerca de Herodes-nataranyaju y añadimos estos tres más que he comprado en el chino de la esquina al volver…

-Y eso, ¿por qué?

– No le ha hecho ningún caso al Niño Jesús sobre lo que le pedí para que se lo dijese a él, ese Thanos mata-niños al que ponemos ahora aquí en esta esquina del Belén, solo, sin nadie cerca, sin amigos ni nadie que le quiera ni le salude… ni le den la mano los que antes se la daban sonrientes, ya no le quieren ni los que eran sus colegas y aplaudían eso de matar niños… nada. Y los caganer han rodeado el castillo de Herodes por si regresa y pise sus regalos y se marche para siempre.

-Bien, parece una buena lección, Juancho, muy dura, solo con los regalos de esos fornidos catalanes y los cuatro presentes que le dejan ahí como recuerdo.

-Sí, creo que está bien, es una buena lección por no hacer tampoco caso nadie, quedarse solo ni nadie que le mire a la cara.

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