"Los utensilios instalados en la sede de la Asociación de Vecinos Valle-Inclán, en el barrio de Prosperidad, tienen los días contados. El juego de café no sabe si el próximo lunes servirá el último desayuno; los rompecabezas, guardados en grandes cajas de cartón, ignoran quién será el siguiente en resolverlos; el mural que representa el otoño, quizá no de paso al de primavera. El pasado 27 de enero esta agrupación vecinal recibió una notificación judicial en la que el Tribunal Superior de Justicia de Madrid autorizaba la entrada de la Comunidad de Madrid, propietaria del semisótano donde la asociación se reúne desde hace siete años, y el posterior desalojo de la agrupación vecinal."

Lean el artículo completo en El PAÍS.COM