Llamé a mi amiga Alfonsina para ver si quería venir, ella, siempre alegre y atenta declinó la invitación, me confesó que no tenía cuerpo para martingalas llenas de desafecto.
Estaba yo esperando mis churros en la chocolatería de Montse, el día que se conmemora el dogma de la Ascensión, de la virgen, proclamado por el papa Pío XII en 1950, La Paloma, para los del foro, para Paco, jubilado ascensorista, quien proclamaba que era su santa patrona y para Rogelio el izquierdoso, que proponía que esa ascensión debía de ser más social que otra cosa, en fin, como siempre, cada uno con su tema y su necesidad. Estaba yo en esas cábalas, cuando se me acerca, como un torbellino, …