Sentada en una silla en medio de la sala de la asociación de vecinos Valle Inclán, Gloria Cavanna (1934) echa la vista atrás para contar a Madridiario cómo transcurrió su vida. Incansable luchadora y mujer incombustible, a sus 89 años y medio todavía tiene fuerzas para seguir defendiendo, desde uno de los puntos cívicos de referencia del barrio de Prosperidad, los derechos de las personas y los trabajadores. Guerrera y lidiadora de causas complicadas, comenzó su lucha en el mundo sindical para pasar, años después, a involucrarse por el movimiento vecinal en el barrio de Prosperidad.

Glora Cavanna en la sede de la asociación de vecinos Valle Inclán

Huérfana de padre, estudió el Bachillerato y la carrera de Farmacia con becas. «Me veía obligada a sacar buenas notas para conservar la beca y me sentía en la obligación de que mis estudios repercutiesen en los demás», recuerda Cavanna. En aquellos años, «en los que nadie contaba nada, un silencio sepulcral para proteger a los niños», el espíritu que se respiraba «no era nada reivindicativo». Mientras cursaba los estudios universitarios, y con la experiencia vital que supone no tener para comer, ya que lo vivió durante la guerra civil, impartió clases nocturnas a trabajadoras en un laboratorio farmacéutico. En esta misma empresa entró a trabajar años después como jefa de producción: «Aquí empecé a ver la necesidad de luchar por los derechos de las personas y de los trabajadores. Todavía me acuerdo cuando hicieron reparto de beneficios entre los técnicos y técnicas, pero no entre los trabajadores. Tomé conciencia de ello y devolvimos los sobres, algo que sentó mal a la dirección». En aquel mismo momento, Gloria se dio cuenta de la desigualdad en los derechos y descubrió que la lucha colectiva «es la única que funciona». Represalias, castigos y juicios, uno que gana por discriminación sindical contra la empresa y en el que Marcelino Camacho fue testigo, formaron parte del día a día de esta mujer, que cuando se quedó en el paro entró a formar parte de la Asociación de Vecinos Valle Inclán. Un colectivo que presidió años más tarde tras dirigir una residencia de ancianos, su última batalla laboral antes de la jubilación.

«La lucha colectiva es la única que funciona»

«En el movimiento vecinal todos pueden participar y todos tienen algo que decir. Las asociaciones de vecinos han sido fundamentales en el desarrollo de Madrid», recalca Cavanna. Coordinadora también del proyecto ‘+60’, fue también vicepresidenta de los primeros Foros Locales del distrito de Chamartín y participó en la primera Comisión de Sanidad de la Fravm. Además, charlas, debates, conferencias y presentaciones de libros han formado, y lo siguen haciendo, de su incansable trayectoria en la asociación: «Es importante trabajar en colectivo», asegura. Y el problema, concreta, «es el individualismo. El colectivo de ahora es sin contenido«.

Gloria Cavanna, con sus compañeros de la asociación vecinal

Defensora de los Servicios Públicos y de la igualdad, Cavanna se muestra orgullosa de algunos hitos: «Como el del colegio público Luis Bello, para que los alumnos recuperaran su patio de recreo. En el 42 construyeron casas para los maestros y en los años 80 estaban ocupadas por vecinos». Otras luchas, como la petición de un centro de Especialidades en Chamartín, «que no tiene ninguno. Desistimos porque hubiesen construido uno privado». Pero el proyecto, que todavía recuerda con especial emoción, es el monumento diseñado por los niños y subvencionado por los vecinos sobre ‘Aquí yace la guerra‘, que se colocó en la Plaza de Prosperidad, después de la entrada en la OTAN: «Una reacción vecinal y multicultural. Aquí le llamamos ‘nostrolito'».

Un homenaje a las mujeres de los movimientos vecinales

Todo el esfuerzo de Gloria Cavanna por mejorar las condiciones del barrio ahora toma forma en un libro que ha editado la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid. ‘Mujeres haciendo barrio‘ recoge el perfil de esta incansable luchadora del barrio de Prosperidad y de otras 31 mujeres esenciales para el movimiento vecinal. Unas páginas que ponen en valor el papel de las mujeres en estas asociaciones y en la transformación de los barrios de la ciudad. «Nace de la necesidad de homenajear a las que fueron pero ya no están, junto a aquellas que están y son la esencia del movimiento vecinal madrileño», puede leerse en las primeras hojas del libro.

‘Las Paquitas’ de Vallecas

Las Paquitas muestran una foto de una protesta en la que participaron (Foto: Chema Barroso)

Paquita Codina (1940) y Paquita López (1932) son otras de las protagonistas de este libro. Vinculadas «hasta la médula» a la asociación vecinal de Puente de Vallecas, las dos llegaron a vivir a este barrio muy jóvenes. Los padres de López tenían una trapería en Monte Igueldo y la familia de Codina vendía fruta en el mercado de doña Carlota. Y ambas vivieron y lucharon por la creación de las primeras asociaciones vecinales, por la Transición, el primer referéndum, la legalización del PCE y la aprobación del divorcio, entre algunos de los momentos históricos. Muchos acontecimientos han dejado poso en estas dos mujeres luchadoras y comprometidas, de las que no se puede hablar de la una sin nombrar a la otra. «Toda la vida en el barrio», comentan mirándose las dos con nostalgia por todo lo que han conseguido y lo que se ha quedado sin solucionar: «El barrio de Vallecas ya no es tan guerrero como antes. Con la lucha que hemos tenido y ahora no nos movemos igual», lamentan.

«El barrio de Vallecas ya no es tan guerrero como antes»

Paquita Codina comenzó su activismo social en 1974 en la parroquia de San Ambrosio en Alto del Arenal. Recuerda que se acercó a preguntar qué podía hacer por el barrio: «Era una época en la que hacían falta muchas manos y ahí empezó a fraguarse mi lucha». Trabajaba por aquel entonces en una fábrica y López en la limpieza del Ministerio de Defensa: «Limpiábamos de rodillas. Y un día, el jefe nos dijo que íbamos a tener fregonas. No los lo creíamos».

Las Paquitas, en la sede de la asociación

En 1977 se afiliaron al PCE tras su legalización, una fecha marcada a fuego para Paquita López: «Me hice del partido en el sábado de Gloria». Y mientras luchaban por las mejoras laborales «pasamos mucho frío y mucho barro», aseguran. Pero esto no les hizo abandonar la lucha. Siguieron con su labor social para mejorar la vida en el barrio, trabajaron por el asfaltado de las calles, participaron en manifestaciones contra la droga, batallaron por los derechos LGTBI y siempre tuvieron tiempo para atender a los vecinos y vecinas que se acercaban a la sede de la asociación.

Las Paquitas se han convertido en un referente para Puente de Vallecas y no podían faltar en este libro impulsado por la Fravm. Las nuevas generaciones también han alabado la labor desempeñada por las dos. De hecho, desde 2017, una placa con su nombre recuerda que son un emblema en Madrid. Y también se las recuerda por su participación en la campaña #Noacepto, contra la prostitución en las calles y en la campaña ‘Vallekas con nombre de mujer’, un proceso participativo para aumentar el número de calles con nombres femeninos.

«La lucha era la misma que se hace ahora, pero todo era mucho más difícil y no se tiene conciencia», confiesan. Y animan a que se siga saliendo a la calle y participando en las movilizaciones: «No está nada bien la cosa como para no luchar». Una batalla que se la transmite a sus hijos y nietos: «No se movilizan los jóvenes ni los míos», describen con humor cuando piensan en el futuro que les queda.

Estrella, la primera conductora en Metro de Madrid

Estrella Aranda, en el Metro de Madrid

Estrella Aranda pasará a la historia como ser la primera mujer contratada en ponerse a los mandos de un tren en el Metro de Madrid. En 1983, tras presentarse a unas pruebas y superar muchas dificultades administrativas, como la imposibilidad de acreditar tener el servicio militar cumplido, abrió una senda que pronto seguirían otras mujeres. «Era una novedad mediática muy importante y llamaba la atención», confiesa la protagonista, cuya historia de lucha vecinal también la recoge el libro impulsado por la Federación de Asociaciones de Vecinos.

Recuerda que le decían: «Qué hace una mujer en el tren. ¿Y si tienes que bajar a la vía?. Otros comentarios se convertían en más dañinos: «Le estás quitando el puesto a un padre de familia, me decían. Algo muy doloroso». Incluso no solo los compañeros ponían en duda su valía, los viajeros también cuestionaban el papel de una mujer en el Metro de Madrid: «No podías hacer ni un movimiento».

👩‍✈️ En 1983 Estrella Aranda se convirtió en la primera mujer maquinista de Metro. Recordamos su historia 👇🏼#ConoceMetro #CentenarioMetro🚇 pic.twitter.com/ekiMPoWPbV

— Metro de Madrid (@metro_madrid) July 30, 2019

Su trayectoria militante es amplia, adquiriendo una gran relevancia su papel en el movimiento sindical y feminista. Esta lucha es la que la lleva a formar parte de la Asociación Vecinal de Lucero. En la sede del colectivo vecinal, Estrella trabaja de manera incansable cada día para mejorar la vida de los residentes de este barrio: «Es muy importante la lucha vecinal para conseguir mejoras en vivienda, educación, sanidad». Unas necesidades que afloraron en 1979, cuando se formó la asociación, pero «que siguen dificultando la calidad de vida hoy en día».

Estrella Aranda en una manifestación

Aranda se pone al frente de todo el área feminista del colectivo vecinal en 2022. Es también impulsora del proceso de continuidad del histórico Centro Cultural de la Mujer de Lucero, a lo que dedica parte de su tiempo. Y además dedica tiempo a su labor como secretaria del Movimiento Democrático de Mujeres estatal y como responsable de este movimiento en Madrid.

«Somos muy afortunadas de tener un buen tejido vecinal en este barrio», confiesa orgullosa. Si ir muy lejos, uno de los momentos con más arraigo en Lucero y con gran participación son las fiestas: «Conectamos con el vecindario». Pero además de los acontecimientos festivos, Estrella Aranda reconoce que la realidad que afecta al ciudadano no evoluciona como debería: «Nos queda mucho camino por recorrer, como con la igualdad, que no la tenemos».

Con este objetivo, seguir con la defensa de los derechos y mejora de la vida del barrio de Lucero, a sus 66 años lo tiene claro: «Queda mucha lucha delante por la mujer y por el barrio».

Mujeres

domingo 15 de octubre de 2023, 09:00h

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