Recordamos cómo el primer contacto con el autor, a principios de este siglo, fue con Luisa Villar, vecina y escritora de libros infantiles, a la que pedimos nos hablara de la importancia que tiene la lectura en los niños y niñas. Se realizaron varios encuentros, que se hicieron habituales, en la Asociación, en las fiestas y ocasiones de difusión en el barrio de la lectura juvenil, y también entre los vecinos pequeños de la casa.

Después, por el 2003, accidentalmente, en la FRAVM, buscando cómo encontrar un local para la Asociación, que pudiera ceder la Administración, conocimos a Pepe, activista en “Vallekas todo Cultura”, que nos echó una mano en el intento. Y compartiendo luchas y negociaciones, nos enteramos de que era marido de Luisa y vecino…

Desde entonces nos ha unido compartir y potenciar el protagonismo político de las asociaciones de vecinos, el recuerdo de Vallekas en los preámbulos de la democracia, el convencimiento de que sólo a través de la acción colectiva, es posible cuidar y avanzar en la convivencia digna y equitativa de un barrio de una ciudad.

Volviendo a Pepe, sin duda, sus raíces vallecanas, su capacidad de luchar y negociar, buscando las formas que mejor responden al momento y especialmente la alianza con los diversos colectivos, del movimiento vecinal, le llevaron a liderar las luchas que él mismo narra.

Está convencido de que la cultura es lo que nos hace menos vulnerables, que la lucha por unas condiciones de vida digna no se acaban cuando se elimina el barro de las aceras, cuando los vecinos tienen luz y agua, cuando nos podemos reunir, superando el miedo que lleva a un hermetismo ante el vecino nuevo, en los coloquios que se celebraban en la puerta de la casa aunque las manifestaciones estuviesen legalizadas.

Los que peinamos canas, no podemos olvidar que Vallekas era el lugar de estas manifestaciones, de los primeros de mayo, y que ante la persecución de los grises, los vecinos te abrían sus puertas para protegerte…

Pepe, en estos momentos, en los que sólo cuenta vivir al día y lo anterior no existe, ha recogido la Memoria Histórica a partir de los años 50, de más de 60.000 ciudadanos que, procedentes de varias zonas de este país, llegaron a estos arrabales, buscando trabajo y una vida digna.

En este libro, “VALLECAS en LUCHA”, como el mismo autor expresa, “quiere reconocer el mérito, incluso el heroísmo, de cientos de mujeres y hombres que dieron lo mejor de su vida para cambiar las cosas, aun jugándose su propia tranquilidad y la de sus familias en momentos claves de nuestra reciente historia. Lo hicieron por necesidad y por convicción política, por generosidad con sus conciudadanas y conciudadanos”.

En el dialogo, de la mano de Pepe Molina Blazquez, memoria viva de VALLEKAS en LUCHA, recorrimos unos años en los que se logró ensanchar la Ciudad de Madrid, conquistar condiciones que ofrecieran una vida digna para cientos de conciudadanos. Posteriormente los asistentes recordaron cómo se fue extendiendo a otros barrios, Orcasitas, Moratalaz, la Vaguada, Hortaleza y un largo y ancho cinturón, que hoy disfrutamos.

Fue unánime el reconocer que aún quedan muchos ciudadanos que viven en la calle, que son desalojados de sus viviendas, que están pasando al umbral de la pobreza, y peor al de la exclusión social y zonas como La Cañada Real, rodeadas por un desarrollo urbano insostenible, en el que se mantiene sin luz ni agua a mas de 4.000 vecinos, la mitad de ellos niños y adolescentes, mientras se acuerda el ensanche de la Zona Norte, construyendo oficinas innecesarias.

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