Antonio Machado

A pocas fechas de cumplirse el 82 aniversario de la muerte del poeta, surge la edición de un nuevo descubrimiento llevado a cabo por Rafael Alarcón, unos poemas olvidados, escondidos, tachados bajo la tinta de una pluma, con vergüenza de ver la luz. Pero salen a la misma y nos cuentan cosas sobre su primera Leonor, amor lozano y frágil y de Pilar, aquel amor secreto con el que se encontró, el poeta explica en sus versos primeros el dolor por la muerte de su mujer, en los segundos, que él no fue a ella, que ella llegó a su vejez, algo similar a lo que le ocurrió a Galdós con Dª Emilia, fue ella la que comenzó el acercamiento, sin interés salvo por admiración al producto, a la obra, con el tiempo apareció esa admiración hacia el productor y llegó la pasión encadenada a la admiración. Todo simple, sencillo, entendible, precioso… Es magnífico llegar al amor desde la cultura, completar la felicidad humana desde dos vertientes; la culta y la pasional.

Ambas mujeres, Dª Emilia y Guiomar, habían apartado de sus vidas a los maridos, se sentían libres. Ambas mujeres estaban sujetas a la cultura y, por tanto, su vía de escape era la cultura.

Perdón por el desliz, no era mi intención buscar comparaciones entre las dos señoras o los dos escritores. Al leer sobre el hallazgo he recordado al sobrino nieto de Antonio Machado, D. Manuel Álvarez Machado, que fue nieto de Francisco, hermano de Antonio.

Le conocí hace unos diez años, fue en el Parador Nacional de Zafra, daba una conferencia, en una de sus salas sobre los orígenes de los Machado, oriundos de estas tierras extremeñas, estaba con él el autor Ian Gibson. Al terminar la conferencia contacté con ellos, quería que dieran una charla sobre D. Antonio, para el Centro Unesco de la Comunidad de Madrid, el Sr. Gibson, declinó la invitación dado que él cobraba sus honorarios por hablar en público y nosotros como UNESCO, no contábamos con liquidez, pero D. Manuel Álvarez Machado, no tuvo ningún problema en aceptar la invitación. Un mes después, en los bajos de la librería El Buscón, nos reunimos unos cuantos admiradores de la obra de D. Antonio Machado y logramos llevar a buen puerto un evento cultural con charla sobre el poeta, nos acompañaron en el acto la actriz Mari Paz Ballesteros, profesora de verso en la Teatral de Arniches, escuela municipal de teatro de Madrid y asesora de verso clásico en el teatro Español, durante muchos años, también estaba Teresa del Olmo, voz de doblaje conocida por todos y experta en saber decir el verso con tempo y ritmo adecuados. Fue un acto muy interesante.

Allí, su sobrino nieto nos vino a contar que, desde que su tatarabuelo José Álvarez Guerra, militar, matemático y filósofo, intervino en una reunión junto a un grupo de españoles, entre los que posiblemente se encontraba Giner de los Ríos, entre otros, su familia había sido de librepensadores y masones. Nos habló de los trabajos que llevaban conjuntamente los hermanos Manuel y Antonio y sobre Alupa editorial, dado que en los últimos años se había dedicado a trabajar sobre el material inédito que había en la casa de la calle Churruca. Recordó que en General Arrando se reunía la familia, todos los domingos a comer, y de paso, los dos hermanos mayores, que escribían sus obras juntos, se pasaban los apuntes y analizaban el transcurso de la pieza dramática que se iba concibiendo. Tuvo a bien regalarme un ejemplar de la segunda publicación sobre los manuscritos inéditos de obras teatrales. El primer manuscrito editado fue Las Adelfas, este segundo título era Adriana Lecouvreur, no se tenía conocimiento de esta obra, fue una sorpresa, la investigadora Rosa Sanmartín Pérez, trabajó en él. Apareció entre los más de tres mil manuscritos del fondo machadiano, muchos de ellos inéditos y estaba previsto editar un tercer manuscrito: El hombre que murió en la guerra, que había aflorado gracias a la investigación Rafael Alarcón Sierra. Desconozco si llegó a editarse este tercer manuscrito, problemas de salud me alejaron de D. Manuel Álvarez Machado, pero veo con agrado que el fondo machadiano sigue vivo.

El fondo machadiano se constituye por los manuscritos existentes en las dos casas, la de Manuel en la calle Churruca y la de Antonio en General Arrando.

Manuel sale de Madrid, camino a Burgos el día 15 de julio de 1936, Antonio abandona Madrid en noviembre, cuando las tropas sublevadas están en la Casa de Campo, cuando se lucha en la Ciudad Universitaria cuerpo a cuerpo, cuando en el hospital Clínico se batalla planta a planta, cuando todo está perdido en la capital hasta que las Brigadas Internacionales llegan a Atocha y refuerzan el frente abierto en la Moncloa.

La gran suerte es que ninguno de los dos pisos fue bombardeado durante la contienda. En febrero de 1939 muere Antonio, en agosto del mismo año, vuelven a la calle de Churruca Manuel y Francisco, su hermano, como Antonio ha muerto, deciden vaciar el piso de la calle General Arrando y trasladar todos los manuscritos a la calle Churruca. Ahí residirá el fondo machadiano un tiempo. Cuando Manuel muere y su mujer decide meterse a monja, antes de ingresar en la orden del Cottolengo, hace dos lotes con todos los manuscritos, uno para ella, el resto se quedaron en casa de Francisco Machado, el abuelo de D. Manuel Álvarez Machado. Al fallecer este los manuscritos y biblioteca pasó a sus herederas: Ana, Mercedes y Leonor Machado.

Gracias a ese legado, hoy se han podido editar esos poemas escondidos, con vergüenza de ver la luz por la sinceridad que encierran.

Solo cabe dar las gracias al investigador y desearle que siga el buen camino, consiguiendo nuevos versos del poeta.

Artículo publicado en elobrero.es

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