Es 19 de noviembre y la mañana es invernal, pero no faltamos a nuestra cita quincenal para conocer Madrid de la mano de nuestro estupendo guía Carlos Nadal. Esta vez nos acercamos a la Plaza Castilla a los pies de REALIA, una de las dos torres inclinadas llamadas de KIO por la empresa promotora Kuwait Investments Office y también conocidas como Puerta de Europa.

La Plaza de Castilla es un lugar con mucho significado en Madrid, aunque sólo sea por los famosos juzgados que siguen funcionando al fracasar su jugosa venta después del fiasco de la ciudad de la justicia en tiempos de Esperanza Aguirre.

La plaza, nos cuenta, tiene muchos elementos, pero deslavazados y sin armonía. Además de las dos torres está el monumento a Calvo Sotelo, el obelisco de Calatrava y uno de los depósitos de agua del Canal reconvertido en un acertado lugar de exposiciones que se libró por poco de ser ocupado por una de las cuatro torres gracias, en parte, al movimiento vecinal.

Las torres de la Puerta de Europa se inauguraron en 1996 y tienen una altura de 115 metros repartidos en 26 plantas.  Son las primeras torres inclinadas que se hicieron en el mundo ya que la de Pisa y la de San Pedro el Viejo no cuentan.

El trabajo de ingeniería y arquitectura se debe a los americanos Philip Johnson y John Burgee y es impresionante. Los tirantes de acero iban a ser inicialmente de mármol rosa de Porriño porque, al parecer, John Burgee se enamoró del color de ese mármol cuando estuvo allí. Pero el peso era excesivo para hacer un edificio con esta inclinación. Para contrarrestar el empuje de los pisos hacia el lado inclinado idearon un sistema de cables que unen la parte alta con dos contrapesos subterráneos de hormigón de 60x10x10 metros de longitud, grosor y altura, prolongados en una torre prismática de cemento armado que alberga las escaleras, los ascensores y los sistemas de ventilación.

Al dar la vuelta a la torre se puede observar bien la inclinación de las fachadas, su revestimiento de cristal con tirantes de acero y las cruces de color rojo anaranjado que las adornan. Es curioso que las cruces de ese color se repitan en otros edificios aledaños armonizando la zona.

El Obelisco al que Carlos llama “el mojón de Calatrava” está en medio de la plaza y tiene muchos detractores entre los madrileños. Fue un regalo de Caja Madrid a la ciudad en el tercer centenario de esta entidad, siendo su presidente Miguel Blesa. Era la época en la que más se estaba robando de las arcas públicas en España, fue un regalo contaminado. Se proyectó pensando que llegaría a la altura de las torres, pero se pasaba de peso. Contaba con un sistema hidráulico para mover sus más de quinientas barras de bronce provocando la sensación de que el viento lo mecía. Pero además del mantenimiento, ya de por sí muy caro, poner en marcha el mecanismo debe costar un dineral. La última vez que se movió fue a finales de 2011, así que probablemente ya ni funcione. Le pusieron una base solo superada en fealdad por la del monumento homenaje a las víctimas del 11M en Atocha.

La estatua de Calvo Sotelo, de clara estética y simbología franquista, queda delante del obelisco según se mira desde La Castellana y ambas se superponen creando un efecto visual poco atinado. El de Calvo Sotelo se inauguró a principios de los 60 y consta de una escultura bastante anodina del político con un monolito detrás que parece una pirámide. Aún así es más bonito que el de Calatrava.

Enfilando hacia el norte por debajo del voladizo de la estación de autobuses se puede ver su techumbre hecha en madera que parece de teka y el tragaluz que resultan muy bonitos. Subiendo después por la Castellana se llega al complejo Cuatro Torres Business Área, que constituye la zona más moderna y futurista de Madrid. Entre ellas se ve asomar la quinta torre en construcción, la torre Caleido, que tiene previsto crecer hasta los 196 metros y ser ocupada en su mayor parte por una universidad de negocios, el Instituto de Empresa (IE), y en la parte superior por las clínicas Quirón.

Todas las torres están en los terrenos de lo que antes era la Ciudad Deportiva del Real Madrid y se levantaron entre 2004 y 2009. Según se mira desde el centro la primera es la torre de CEPSA, también llamada de Foster y antes de Bankia o REPSOL. Después están la PwC, la de Cristal y la torre Espacio.

La torre CEPSA la diseñó Norman Foster y es la que nos acaba gustando más en su conjunto, aunque todas son impresionantes. Foster la diseñó pensando que tenía que medir 250 metros y ser la más alta de Madrid y de España, pero se quedó con 248 y le ha ganado por un metro la de Cristal.

La torre PwC es la única diseñada por arquitectos españoles, Carlos Rubio de Carvajal y Enrique Álvarez- Sala Walter. Tiene 236 metros de altura y hasta su planta número 30 está ocupada por un hotel de lujo, el Eurostars Madrid Tower. A partir de la planta 31 están las oficinas de la auditora internacional Price Waterhouse Coopers, iniciales que luce el edificio.

La de Cristal fue diseñada por el arquitecto argentino César Pelli. Está recubierta exclusivamente de vidrio y en el nivel superior la variación de las plantas produce cambios en los planos de la fachada dando al edificio la impresión de un cristal tallado.

La torre Espacio tiene más de 230 metros de altura y fue proyectada por el arquitecto Henry N, Cobb. Su propietario inicial, el empresario Juan Villar Mir, la puso a la venta y fue comprada por un grupo filipino que ha alquilado los pisos a importantes empresas y embajadas. Parte de lo cobrado por Villar Mir estará siendo utilizado en la torre Caleido que pertenece al mismo grupo empresarial. ​

La fachada de la torre Espacio está cubierta también de vidrio. Sus plantas, con forma cuadrada en la base, se modifican a medida que aumenta la altura hasta alcanzar una forma ojival formando una curva que matemáticamente representa la función coseno.

Tras del complejo se atisba el hospital de La Paz con su torre redonda de “La Maternidad”. El hospital va a ser demolido totalmente por partes para convertirse en el complejo hospitalario mayor de Europa. Lo único que se prevé conservar es La Maternidad que será un edificio administrativo, pero dice Carlos que no se conocerá porque está previsto que se recubra de paredes de cristal. Antes esa torre redonda parecía un rascacielos, ahora parece muy bajita al lado de lo que hay.

Justo frente a las cuatro torres, al otro lado de la Castellana, nos adentramos en la colonia de San Cristóbal y en la sorpresa de ver una isla en medio de estos edificios futuristas y del trasiego de tráfico de los alrededores. La colonia se encuentra delimitada por el Paseo de la Castellana, la calle Manuel Caldeiro, la calle Viejas y la de Mauricio Legendre, donde se sitúan las cocheras de la EMT de Madrid ocupando lo que antaño fue el cementerio del pueblo de Chamartín de la Rosa.

La colonia está construida de forma sencilla, pero muy digna, y se compone de 25 pabellones de ladrillo repartidos en tres filas de seis, ocho y once edificios respectivamente. Todas las fachadas están presididas por arcadas con forma de nichos que se abren a un pasillo distribuidor, de ahí el nombre que recibe de “Los Nichos” además de colonia de los tranviarios o las 800 viviendas. Los pabellones se retranquean de forma intermitente posibilitando zonas ajardinadas que rompen la linealidad y dan movimiento al conjunto.

Cuando se hizo la urbanización, en 1949, eso era el campo, la continuación de lo que se llamaba la “Avenida del Generalísimo”. El proyecto había sido encargado al gran arquitecto Secundino Zuazo, autor de otros tan importantes en Madrid como la casa de las Flores, los Nuevos Ministerios, el Túnel de la Risa… Después de la guerra estuvo exiliado varios años por su republicanismo y a la vuelta del exilio no le encargaron grandes obras, pero seguía teniendo mucho prestigio y se hizo cargo del proyecto de esta colonia. El concepto era hacer viviendas baratas para conductores de los tranvías y autobuses de la EMT dada su cercanía a las cocheras. El nombre de San Cristóbal se debe precisamente a que es el santo patrón de los conductores.

La idea de Zuazo era que las viviendas contasen con todos los servicios: colegio, iglesia, mercado, campos deportivos… También con espacios interiores que favorecieran la convivencia y parece que su proyecto lo logró. La colonia ha sido cuna de un activo movimiento vecinal, aunque nos dicen algunos vecinos que la población estable es cada vez menor porque hay muchos pisos en alquiler. No se sabe muy bien cuál será el futuro de esta colonia tan especial dentro de la gran operación inmobiliaria de Chamartín.

Terminamos nuestro paseo entrando en el pequeño bar de la colonia que está junto a la plaza que lleva el nombre de Herminio Méndez, el pequeño tranviario de estatura pero gran luchador y buen orador. Cuando él hablaba todo el mundo escuchaba, cuentan quienes le conocieron. Fue presidente de la FRAVM y en esta plaza queda su homenaje.

El bar es como el de un pequeño de pueblo donde todos se conocen y donde reina la cordialidad y la buena acogida al decir que somos de la Asociación Vecinal de Prosperidad. Tomamos un caldito con un toque de jerez que nos sabe a gloria.

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