El jueves 23 de mayo quedamos con Carlos Nadal en la puerta del teatro Monumental, en la calle Atocha, junto a la estación de metro de Antón Martín.

Antón Martín nació en el año 1500 en un pueblo de la actual provincia de Cuenca. Cuando llegó a Madrid pensó que en aquella época de Carlos V lo suyo era hacerse soldado, se alistó en el ejército y estuvo guerreando por ahí. A la vuelta de una expedición, se enteró de que a un hermano, también soldado, que vivía en Granada lo había matado el hermano de una novia despechada. Antón Martín se marchó a Granada con la intención de matar al asesino de su hermano pero allí conoció al portugués Juan de Dios, el fundador de la Orden Hospitalaria (luego S. Juan de Dios) que le convenció de que tenía que ser bueno y perdonarle la vida a ese hombre.

Entre los dos crearon un hospital en Granada. Cuando

murió Juan de Dios, Antón Martín volvió a Madrid y fundó el hospital de la Orden Hospitalaria de la calle Atocha, actualmente una iglesia. Este hospital empezó con 20 camas, luego fue creciendo y creciendo y se especializó en enfermedades venéreas ya que estaba muy próximo a la mancebía de la calle de las Huertas. En esta zona hubo varios hospitales más, entre ellos el Hospital de la Paciencia.

Aquí estuvo la Puerta de Atocha, trasladada en tiempos de Felipe IV a las inmediaciones de la ermita de Atocha.

En la plaza de Antón Martín estuvo la Fuente de la Fama, obra churrigueresca de Pedro Ribera que está ahora en la plaza de Barceló. En el año 2003, se colocó el grupo escultórico “El abrazo” de Juan Genovés como homenaje a los Abogados de Atocha, asesinados por un grupo terrorista de extrema derecha en 1977. El cuadro “El abrazo”, icono de la Transición, está desde 2016 en el Congreso de los Diputados.

Carlos nos cuenta algunos aspectos biográficos de Genovés, al que conoció su padre cuando era todavía un estudiante de Bellas Artes y al que estuvo a punto de comprarle un cuadro aunque no llegó a hacerlo. Actualmente, el pintor vive en Berlín.

Gisela comenta que en la Asociación hay un extraordinario mural de “El abrazo” de Genovés que hizo una socia.

En la esquina de Atocha con la plaza de Antón Martín está la Farmacia del Globo, una de las más antiguas de Madrid, fundada en 1870. Cuando se fundó, pusieron un globo en la fachada a imitación de los farmacéuticos ingleses de la época. Se puso un gran farol en forma de globo que luego fue sustituido por un globo aerostático como el que hay ahora. En sus inicios, contaba solo con la planta baja y un piso. Ahora todo el edificio es propiedad de la farmacia. Nos cuenta Carlos que en el tercer piso, donde ahora se lee “fórmulas magistrales” vivió una temporada D. Santiago Ramón y Cajal.

Durante la guerra civil cayó una bomba en el edificio de al lado, quedando muy dañada la farmacia.

Iniciamos uno de esos paseos de callejeo que tanto nos gustan, hoy vamos a ir por una parte del denominado Barrio de las Letras, el corazón literario de Madrid.
El nombre de Barrio de Las letras es un homenaje a los grandes escritores que hicieron vida en sus calles durante el Siglo de Oro español. Cervantes, Lope de Vega y Quevedo dan nombre a algunas de sus calles más señaladas. Citas literarias de algunas de sus obras y de otros autores adornan el pavimento peatonal con letras doradas.

Empezamos nuestro recorrido en la calle del León. Su curioso nombre se atribuye a un turco o a un indú que se instaló en una casa con un león enjaulado, cobrando un par de maravedís a todo el que quisiera verlo y olerlo.

A lo largo de la historia ha vivido en esta zona muchas personas vinculadas al teatro y a la literatura, especialmente en el Siglo de Oro. Seguramente tuvo que ver con la proximidad a los Corrales de Comedias (el de la Pacheca, el de la Cruz, el del Príncipe, el de Briones…) y también con la presencia de muy ilustres escritores entre sus vecinos.

En la época de los Austrias, en la calle del León estaba el Mentidero de Representantes, lugar de reunión de la gente del teatro: actores, autores y sus representantes. Aquí charlaban, se contrataba a los autores, a los actores y actrices, etc. Cervantes vivió en esta calle, aunque tuvo que trasladarse porque le perseguía el casero y vivió después en la calle Cantarrana, la actual calle Cervantes. Es curioso, sus restos están en la iglesia de las Trinitarias en la calle Lope de Vega, en la calle Cervantes está la casa de Lope de Vega y Quevedo fue dueño de la casa donde había vivido Góngora.
En la calle del León también nació Jacinto Benavente.

En el número 21 está la Academia de la Historia. Fue diseñada por el arquitecto Juan de Villanueva, el arquitecto del Museo del Prado. Es un edificio neoclásico que se construyó a finales del siglo XVIII como casa-almacén de los monjes jerónimos del Monasterio del Escorial (por eso encontramos en la fachada una parrilla, símbolo del martirio de S. Lorenzo) que contaban con la exclusiva o privilegio de la impresión de los libros de rezo divino, de ahí el nombre de Casa del Nuevo Rezado.

En la calle del Amor de Dios, Carlos nos descubre la galería de arte Leandro Navarro. Nos encanta el espacio y la exposición actual con obras de Calder, Kandinsky, Millares, Benjamín Palencia y Tapies, entre otros autores de renombre.

En el número 41 de la calle Huertas leemos en una placa conmemorativa que allí pasó su infancia Elena Fortún, la creadora de Celia, el personaje principal de una larga serie de novelas. Carlos Nadal nos confiesa que “Celia en la Revolución” es el libro sobre la guerra civil que más le ha gustado.

En el número 32 de la calle Huertas, hay otra placa conmemorativa al dibujante Daniel Urrabieta Vierge en la fachada de la casa donde nació y que fue embajada alemana.

En la calle Lope de Vega, 19, está la preciosa librería Miguel Miranda, fundada en 1949, dedicada a libros raros y descatalogados.

Seguimos callejeando por este barrio, uno de los espacios con más encanto de Madrid y con una oferta comercial y gastronómica muy amplia y muy peculiar. Pasamos, entre otras, por la calle de S. Pedro, por la calle Verónica, por la calle Fúcar que toma su nombre de la poderosa familia de banqueros alemanes de los siglos XV y XVI, los Fugger, castellanizado como los Fúcar y nos dirigimos a la calle Alameda.
Finalizamos el paseo conociendo Medialab Prado que desde 2013 ocupa el edificio de la antigua Serrería Belga en la calle Alameda, uno de los pocos ejemplos de arquitectura industrial que perviven en el centro de Madrid. Es un laboratorio ciudadano que funciona como lugar de encuentro para la producción de proyectos culturales abiertos. Cualquier persona puede hacer propuestas o sumarse a otras y llevarlas a cabo de manera colaborativa. En 2014 fue galardonado por la Fundación Europea de la Cultura por ser uno de los proyectos que han animado los procesos democráticos en el marco de la cultura digital en España.
Como Medialab Prado cuenta con un servicio de cantina, en la terraza nos tomamos la caña habitual con la que finalizamos cada paseo.

 

Dejar una respuesta