El pasado 7 de junio nuestro último paseo por Madrid, hasta después del verano, nos llevó a la exposición del fotógrafo Carlos Cánovas, en el museo ICO, enmarcada dentro de la programación oficial de PhotoEspaña 2018.

Nos reunimos frente al Banco de España, uno de los edificios más emblemáticos de Madrid, donde Carlos Nadal, nuestro guía, nos explicó los orígenes y características de ese majestuoso edificio construido en un estilo ecléctico a finales del siglo XIX. Para su construcción se adquirió el palacio del marqués de Alcañices, el duque de Sexto apodado “El Patillas”.

Después se convocó un concurso público para la elección del proyecto arquitectónico, aunque se presentaron cuatro ninguno fue del agrado de la comisión de obras. Así que se encargaron del mismo los propios arquitectos del Banco, Sainz de la Lastra y Adaro, inspirándose en otros bancos europeos de la época.

La primera piedra la puso en 1884 el rey Alfonso XII y fue inaugurado en 1891, pero ha ido ganando espacio con sucesivas ampliaciones respetando lo existente.. La última ampliación, siguiendo el proyecto de Moneo, finalizó en 2006 con algunas innovaciones y licencias cubistas que pudimos ver en la fachada. En la primera ampliación, hacia el año 29, nos contó Carlos que se hizo la bóveda a 45 metros de profundidad entre, grandes medidas de seguridad, para albergar la caja fuerte

Caminando por la calle del marqués de Cubas llegamos a la plaza de las Cortes y nos detuvimos a mirar la estatua de Cervantes realizada en 1835 por el escultor catalán Antonio Solá, el mismo que hizo la estatua de Daoiz y Verlarde en la plaza del Dos de Mayo. Aparte de su aire saleroso, como la de aquellos, tiene la particularidad de ser la primera que se instaló en Madrid dedicada a un personaje que no fuera de la realeza o la religión.

Donde está actualmente el hotel Palace y la calle de Medinaceli nos explica Carlos que hubo un inmenso palacio que mandó construir el duque de Lerma en la primera década del Siglo XVII heredado por sus descendientes emparentados con la Casa de Medinaceli. Era tan grande que tenía dentro dos iglesias, en una de las cuales estaba el famoso Cristo por ello llamado de Medinaceli, un convento de los capuchinos, otro de los trinitarios y todo lo que se pudiera necesitar. El empresario hotelero belga George Marquet fue animado por Alfonso XIII en las primeras décadas del siglo XX a construir un hotel moderno y de lujo en Madrid. Marquet eligió el solar del palacio de los Duques de Medinaceli  que había sido derribado a finales del siglo XIX al traslado de la familia a otro palacio de su propiedad cerca de la plaza de Colón .

El financiero no se limitó al hotel para dar servicios exclusivos a su clientela. En la calle del Duque de Medinaceli números 2 al 8, frente al Palace, un edificio del año 1922, el primero que se hizo en España en hormigón armado. Era, ni más ni menos, un Antiguo Palacio de Hielo y del Automóvil,. De esa forma las clases altas tenían un sitio donde hacer actividades de recreo , patinaje, baile,… y contemplar automóviles, entonces bastante raros. Ha pasado por incendios, usos diversos como ser la sede del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y ahora se está restaurando no se sabe con qué finalidad por lo que los andamios no dejan ver bien la fachada. En la planta baja está la estupenda Librería Científica del CSIC diseñada por Fisac, aunque no pudimos entrar por las obras.

Carlos nos explicó los avatares históricos por la que la imagen del Cristo de Medinaceli ha llegado a ser centro de gran devoción en Madrid. Así que decidimos entrar a ver la valiosa talla, del siglo XVII, de autor desconocido y perteneciente a la escuela sevillana de Juan de Mesa. Representa a Cristo en el momento de la pasión cuando Pilatos lo muestra ante el pueblo y en origen está desnudo con un “paño de pudor” y el cabello esculpido en la madera. Pero sólo se le puede ver la cara y manos porque está totalmente cubierta con uno de los múltiples y ricos mantos y pelucas donados por gente pudiente y devota.
Retornamos al número 3 de la calle Zorrilla, detrás del edificio de las Cortes, y entramos en la exposición de Cánovas. El museo ICO se ha especializado en exposiciones centradas en la arquitectura  y el urbanismo desde la óptica de la fotografía. Durante la visita contamos con las explicaciones interesantes de una joven guía del museo.

La muestra recoge un recorrido por la fotografía arquitectónica y urbana de Carlos Cánovas desde los primeros años 80 hasta la actualidad a través de más de cien obras agrupadas en seis series con la temática del tiempo como eje principal: Tapias (1980), Extramuros (1983-1990), Vallès Oriental (1990), Paisaje sin retorno (1993-1994), Paisaje anónimo (1992-2005) y Séptimo Cielo (2007-2017). El paisaje urbano es el protagonista principal y también la transformación de la ciudad. En las fotos confluye la naturaleza y la acción del hombre, pero sin que aparezcan apenas personas en las mismas. Ese paisaje urbano lleno de estética y poesía invita a la reflexión sobre el tiempo y también sobre el arte de la fotografía.

Un grupo de fotografías adicional forma parte de un encargo de la universidad de Navarra a un grupo de fotógrafos con el título “Tender Puentes”. Los encargados elegían algunas fotos antiguas del fondo de la universidad para reinventarlas y establecer un diálogo entre ellas y las suyas propias. Cánovas elige la temática del urbanismo y las fotos seleccionadas figuran en una vitrina junto a las suyas. Y para nuestra sorpresa una de las fotos elegidas es de la plaza de la Cibeles con el antiguo palacio de los Alcañices en pie, aquel que ocupa hoy el Banco de España. Así que cerramos el círculo. La exposición estará hasta el día 9 de septiembre y es altamente recomendable.

Terminamos la ruta en la famosa Taberna de la Dolores esperando ilusionadas retomar nuestros paseos tras el verano y animando a la gente a participar y a disfrutar como lo hemos hecho este año.

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