El día 1 de marzo nuestro paseo por Madrid fue a cubierto. Carlos, nuestro guía, gestionó una visita al Instituto Geográfico Nacional. La elección fue acertada porque el día fue lluvioso y desapacible y también porque las asistentes mostramos nuestro disfrute con la visita, constatando la cantidad de lugares sugerentes en nuestra ciudad en los que apenas reparamos o de los que no sabemos el interés que encierran.

La visita, gratuita, puede realizarse los martes y jueves previamente concertada con el IGN y para grupos mínimos de 10 personas. En nuestro caso así se programó.

Al acceder al hall nos saludó la estatua de San Isidoro y después los cicerones, Matilde y Antonio, buenos conocedores de la casa y capaces de transmitir información compleja para los profanos y pasión por la actividad que allí se desarrolla.
zp align=»justify»>Matilde nos condujo a un salón de actos cómodo, de paredes enteladas y butacas de madera con solera. Allí, con el apoyo de diapositivas, nos explicó la historia del Instituto y fue desgranando una catarata de hermosas palabras de origen griego para describir las actividades que el IGN realiza intentando hacérnoslas comprensibles, acostumbrada como está a dirigirse a alumnos de enseñanzas medias que, dedujimos, parecen ser asiduos visitantes.

El Instituto se fundó en el año 1870 dependiente de la Dirección de Estadística del Ministerio de Fomento. Se puso al frente del mismo a don Carlos Ibáñez de Ibero, militar y geógrafo español que da el nombre a la calle en cuyo número 3 está situado el edificio que lo alberga. Durante toda su historia importantes cuerpos de funcionarios han estado siempre vinculados al IGN: los cuerpos de ingenieros geógrafos, el de astrónomos, el de ingenieros técnicos en topografía y el de técnicos especialistas en reproducción cartográfica.
zp align=»justify»>En su origen su cometido fue «la determinación de la forma y dimensiones de la Tierra, las triangulaciones geodésicas de diversos órdenes, las nivelaciones de precisión, la triangulación topográfica, la topografía del mapa de España y determinación y conservación de los tipos internacionales de pesas y medidas».

Pasando diapositivas nos iba explicando la guía el organigrama en la actualidad y las actividades encomendadas en torno a las áreas de Astronomía, Geofísica, Geodesia y Gavimetría y Cartografía. Simplificando mucho recogimos que la sección de Astronomía se ocupa de la observación de objetos estelares y del trabajo de investigación y desarrollo tecnológico instrumental para ello. Del IGN depende el Real Observatorio Astrológico de Madrid, el edificio de Villanueva que está en el Retiro y que tuvimos la ocasión de admirar por fuera en otra visita anterior, pero que no se utiliza como tal porque la contaminación lumínica de la ciudad no deja ver las estrellas. En cambio en Yebes, en Guadalajara, o en el Calar Alto en Almería, todavía hay noche para ver los cuerpos celestes.

La sección de Geofísica tiene que ver con el estudio del geomagnetismo y la sismología recogiendo información a través de sus estaciones sismológicas, elaborando mapas de peligrosidad, detectando terremotos, promulgando normativa de construcción sismorresistente, estudiando la vulcanología… Mientras escuchábamos a Matilde imaginábamos a un montón de personas sentadas junto al ordenador atentas a las líneas que dibujan los movimientos de la tierra y diferenciando en las alteraciones de los sismógrafos un terremoto de una mascletá.

La Geodesia y Gavimetría, más difícil todavía, tiene por objeto determinar la forma y dimensiones del globo terrestre, la representación de la Tierra, las observaciones de la gravedad, la superficie del fondo oceánico, la orientación y posición de la Tierra en el espacio. Un montón de conocimientos que, gracias a sus mediciones y cálculos, sirven de referencia para disciplinas como la topografía o la cartografía…

Al final vimos un vídeo muy didáctico titulado “El mundo del mapa” al que se puede tener acceso en internet y que resulta altamente recomendable.

La Cartografía mereció un capítulo aparte. Junto con Antonio, un simpático guía con muchos años de profesión en el instituto, Matilde siguió intentando hacernos entender qué son los mapas, cómo se hacen, para qué sirven y cómo están disponibles para su uso tanto en papel como en visualizadores web y aplicaciones móviles. Nos fueron explicando el proceso de elaboración de mapas desde los primeros cartógrafos a lomos de mulas y golpe de calcetín hasta la tecnología GPS y los nuevos sistemas de drones. Nos hablaron de la fotogrametría llevada a cabo por aviones con cámaras que van haciendo fotos sucesivas y que permiten la visión en tres dimensiones y hasta pudimos ver Segovia en tres dimensiones con la ayuda de unas gafas especiales.

Nos fuimos haciendo conscientes, quienes no lo éramos, del gran trabajo de campo y también de oficina que supone realizar un mapa, sobre todo antes de los avances técnicos de las últimas décadas. El primer mapa cartográfico nacional a escala 1:50.000 tardó en hacerse 100 años y tiene 1130 hojas; el segundo a escala 1:25.000 empezó a elaborarse en el año 1975, tardó 25 años en hacerse y consta de 4200 hojas. El padre y el abuelo de Carlos, nuestro guía, trabajaron los dos en el primer mapa. En internet dice que la primera hoja fue la de Madrid, en el año 1875, y la última en diseñarse la de San Nicolás de Tolentino, un municipio de Gran Canaria, en 1968.

Después pasamos a los talleres de impresión por aquellos pasillos que parecen tal como fueron en origen y de los que alguien dijo que era un escenario perfecto para rodar una película como Tesis. Allí se nos fue describiendo el importante trabajo que requiere hacer un mapa original plano y en relieve, el complejo proceso de artes gráficas, las mezclas de tinta… y la complejidad de la impresión para hacer copias, todo muy simplificado ahora con las nuevas tecnologías de ordenador. Pero el guía nos contó anécdotas, de no hace tanto tiempo, cuando era un joven que empezaba a trabajar allí, y tuvo que ir secando con un carrito con fuego de alcohol un montón de papeles que tuvieron que tender y poner a secar porque lo mandaban desde Bilbao y “el papel estaba frío” según les dijo un trabajador con experiencia y por eso salía mal.

Sucumbimos al encanto de los mapas antiguos colgados en las paredes, en relieve, a la brillantez del papel y a lo bien doblado que sale de las máquinas…

Al finalizar la visita entramos en la sala de exposiciones temporales, en la que no nos pudimos detener y después en la casa del mapa, donde no solo se puede comprar sino que se puede consultar y aprender geografía. ¡Un sueño para los viajeros! Recibimos como recuerdo un bonito mapa de España por una cara y mapamundi por otra.

Invitamos a visitar la página del IGN www.ign.es/ en internet y explorar la información y la posibilidad de acceso a descargas de mapas, fotos, aplicaciones para teléfonos móviles, libros digitales, tienda virtual, etc.

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