Vergüenza esto es una vergüenza, fueron las palabras que el papa Francisco dijo en Julio de 2013 al visitar Lampedusa, tras el naufragio de una barcaza en el que se recogieron 83 inmigrantes de los 500 que estaban a bordo. Ocurrió a 200 kilómetros de la costa de Italia y 113 de las de África. Hangares llenos de ataúdes, algunos de ellos blancos. El mar poblado de cuerpos jóvenes.

La tragedia se ha vuelto a reproducir el mes pasado. Se habla de 800 muertos. Sólo se han salvado 28 inmigrantes. La situación de lo ocurrido es confusa. En pocos días han perecido 1200 personas. 3200 desde principios de año. Pensemos en las familias que hay detrás de esas muertes. Los testimonios son terribles, inmigrantes que se encuentran en Europa a la espera de recibir una llamada telefónica de un hermano, de un primo, que saben que estaban en el barco y que no la reciben. Madres que han perdido hasta dos hijos en el Mediterráneo. Los casos con incontables.

Días pasados Francesco Rocca, presidente de la Cruz Roja en un discurso, vibrante y lleno de emoción ante la magnitud de la tragedia, decía: Que había que devolver al hombre al centro del problema. ¿Cuantas más veces tiene que ocurrir para que Europa dé una respuesta? Siento vergüenza y pena por esta pérdida de vidas humanas. Más que nunca Europa debe dar una respuesta al problema.

 

Hace un par de semanas la Cruz Roja italiana, ha concedido la medalla de oro de su organización a los ciudadanos de Lampedusa, por su generosidad, humanidad y respeto a todas las personas que huyen de la violencia y desesperación a través del mar Mediterráneo ¿Qué hacer? El problema es enorme, humanitario, social, político, económico. Nos incumbe a todos/as. Son personas que se escapan de la guerra y del hambre.

¿Qué hace Europa? La UE se ha reunido para enfrentarse al problema. Y el resultado ha sido una mezcla de solidaridad y cierre de los flujos de salida. Así el presidente de la Comisión Europea, Sr. Junker, ha pedido multiplicar por tres el presupuesto de Tritón, nombre que dan a las operaciones de vigilancia, en los países de salida y que se eleve a nueve millones de euros mensuales. La Sra. Merkel va en la misma línea y manifiesta que los fondos para dichas operaciones no deberían ser un problema. Alemania ha sido el país de la UE que recibió más solicitudes de entrada en el 2014, se aproximan a las 150.000.

El Sr. Camerón se comprometió a colaborar con dos patrulleras, un helicóptero y 30 expertos pero con el requisito de que las personas rescatadas sean trasladadas al país más próximo del origen del problema, Italia, y sin derecho a pedir asilo político en el Reino Unido. Ninguno de los líderes de la UE se lo reprochó. El Estado Español se inclina por hundir los barcos que utilizan las mafias de la inmigración entre Libia y el sur de Europa.

Sin embargo otras organizaciones humanitarias han comentado que la operación de vigilancia diseñada por la UE es «para salvar la cara, pero no vidas», según Amnistía Internacional; «la cumbre de la vergüenza», dijo la ONG alemana Pro Asilo, o «una oportunidad crucial perdida», para Oxfam Intermón.

Se habla de atajar el problema de raíz, en los países emisores de inmigrantes Túnez, Siria, Libia. Siria está en guerra y con miles de desplazados en las fronteras del Líbano y Jordania. Libia dominada por unos poderes tribales, enfrentados entre sí y con un estado fallido. Hay estudios que dicen que en la frontera de Libia espera un millón de personas para huir del país. Mientras, el Estado Islámico con su brutalidad, petróleo y armas gana posiciones en esos países a los que hay que añadir Yemen e Irak. Aumento de las mafias de tráfico de seres humanos en la cuenca del Mediterráneo, que ven incrementados sus beneficios de forma exponencial.

En la pág. web de savethechildren.es, se recogen firmas para que llegue una carta al presidente del gobierno español, basada en tres exigencias para que las promuevan y defiendan con firmeza: Fortalecer las operaciones de búsqueda y rescate. Proteger a los niños que llegan a Europa, especialmente los menores no acompañados. Aplicar políticas migratorias que prioricen la vida de las personas por encima de los controles fronterizos.

Quizás con una firma en dicha web podamos unirnos a las palabras del papa Francisco que en su primera visita a Lampedusa realizó un llamamiento contra «la globalización de la indiferencia». Un minuto y un clic.