Bajo el título “Situación de la justicia en Colombia”, se celebró en nuestra Asociación el pasado 19 de Abril un acto informativo de gran intensidad emocional sobre uno de los pozos de injusticia que en el mundo siguen causando estupor e indignación ética, con independencia de su lugar geográfico.

Una primera intervención, a cargo de IVAN FORERO, exiliado colombiano con más de 25 años en España, nos ilustró sobre el largo proceso de sometimiento, marginación y violencia que viene caracterizando a este país hermano desde hace unos 70 años. Puso de manifiesto cómo en Colombia ha pervivido la servidumbre de las comunidades afrodescendientes e indígenas a las que se les han negado durante cientos de años los más elementales derechos humanos…., (derecho a la tierra, a un hogar, a su propia cultura ancestral), sustrayéndoles sus mínimas posesiones y obligándoles a desplazamientos forzosos.., cada vez que alguna gran empresa, apoyada por las élites políticas que han dominado el país, han puesto los ojos sobre sus tierras para desarrollar proyectos agrícolas industriales, (como la palma aceitera), o extractivistas (minería, hidrocarburos, recursos hídricos…etc.) o para esclavizarlas con cultivos ilícitos y favorecer el negocio del narcotráfico.

Estas poblaciones que no son minorías marginales, pues han llegado a representar un tercio de la población total colombiana, han sido víctimas durante largas décadas de esa opresión económica y del ignominioso abandono por parte del Estado colombiano que a lo largo de la historia no ha tenido interés ni en el desarrollo agrario del país ni, menos aún, en la protección jurídica y social de sus campesinos.

Este estado de represión y violencia que ha despreciado el valor de la vida humana ha sido posible por la vergonzosa vigencia de un estado de impunidad, incompatible con un Estado de Derecho. Las cárceles colombinas están llenas de ciudadanos que han reclamado justicia y derechos, pero no de responsables de extorsiones, violencia, desplazamientos forzosos y narcotráfico.

Sólo en ese marco de impunidad cabe entender el caso de Kevin Agudelo, un joven de 22 años, asesinado por la Fuerza Pública en 2021 en la represión de una de las múltiples movilizaciones sociales que explotaron a finales de Abril de ese año (jornadas de Paro Nacional) para reclamar reformas sociales básicas tanto para la juventud como para las clases populares en general.

Su propio padre, LUIS CARLOS AGUDELO nos explicó de viva voz y con la ayuda de un video grabado directamente cómo se sucedieron los hechos de la represión, cómo la policía –en aplicación de la represiva política de Seguridad nacional- arremetió contra una vigilia de jóvenes en la ciudad de Cali utilizando armamento militar de guerra y asesinando a unas 25 personas.

Y, lo más significativo para conocer el estado de la justicia, cómo sólo se han admitido a trámite las denuncias de 7 de entre esos 25 jóvenes y cómo, las familias denunciantes han tenido que buscar protección fuera del país, a través de Organizaciones de Derechos Humanos como Amnistía Internacional y tantas otras, por las amenazas que aún hoy siguen recibiendo. La impunidad sigue librando su batalla.

El acto concluyó con una tercera parte en la que se remarcó que esa coraza de impunidad tan prolongada puede haber empezado a resquebrajarse en parte, tras los Informes de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, y la entrada en vigor de la Jurisdicción Especial de Paz, dos instituciones que desvelan el entramado de la violencia instaurada en el país que ha afectado a casi 10 millones de víctimas desde mediados del siglo XX, y ofrece a los actores causantes, sean políticos, paramilitares o narcotraficantes, la posibilidad de reconocer sus responsabilidades y cooperar en la reparación del daño causado.

Una etapa que el nuevo gobierno del pacto Histórico, presidido por Gustavo Petro y Francia Márquez ha emprendido hace algo menos de dos años y que intenta desarrollar en medio de enormes dificultades y algunas contradicciones, bajo el lema de “Proceso de Construcción de la PAZ TOTAL”. Etapa larga, que los asistentes al acto desearon colmada de éxitos, porque las víctimas de la injusticia lo reclaman y lo merecen.

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