En no pocas ocasiones perdemos el horizonte integrador de la sociedad, comenzamos a personalizar y encontrar definiciones poco concretas sobre la realidad que vivimos. La que en realidad vivimos y no la que queremos vivir.

La patria es un conjunto de realidades, organizadas y vertebradas por algo que llamamos Constitución. Un texto que articula unos principios racionales.

Por tanto, el ser patriota es hacerlos tuyos, tanto a los nacidos en España como a aquellos que viven en España. En caso de querer mejorar ese texto tendremos que trabajar por ampliar sus derechos y deberes, pero no confundamos la parte por el todo.

Art.- 9- Los ciudadanos y poderes públicos están sujetos a la Constitución y el resto del ordenamiento jurídico…

El Pacto XV de Naciones Unidas de 03/01/1976, sobre derechos económicos, sociales y culturales, así lo pauta: Los Estados NO podrán emprender actos encaminados al la destrucción o limitación de estos DDHH de 3ª generación.

La patria no es solo una bandera, tampoco una bandera que solo represente un grupo social es un harapo. De igual forma la bandera bicolor que la polícroma, dan cabida a sentires, afectos y emociones profundas, la una no tiene por qué estar reñida con la otra, hay tiempos para ambas, eso nos hace más plurales y empáticos, lo que no existen son los momentos para el revanchismo, el odio y el desafecto.

Está ocurriendo que, algunos gestores antes de legislar acomodan ampliamente su sueldo a sus pretendidas capacidades, sin saber si tienen capacidad suficiente para gestionar lo público. De igual forma están los salva conciencias, constructores de virtudes que censuran algo que está lejos de su alcance y lo anulan, sin capacidad intelectual para ello. Se escudan en sus creencias y conciencias sin recordar que se deben a las de todos los vecinos. Que sería lo mismo que el miope se negara a leer más allá de los grandes carteles de las fachadas por no tener gafas que acomodaran sus dioptras a los textos de un libro: la Constitución.

Eso parece ser que está ocurriendo, el elefante miope está en la cachaPurrería. Lo primero que ha hecho es clasificar como algo negativo para los ciudadanos, ciertos aspectos de la cultura que no le sonaban bien.

La libertad de creación está amenazada. Costó muchos años el separarla de la libertad de expresión, quizá la libertad de creación se sigue percibiendo como el pariente anémico de la libertad de expresión, pero, insisto, no son la misma cosa, tienen entidades distintas, están basadas en distintos principios, el uno está basado en la expresión, en la oralidad, el segundo tiene que ver con el lenguaje. La libertad del artista para crear dentro de un lugar, un espacio llamado patria y la libertad de lo que en ese lugar crea, son dos cosas distintas.

Cuando se censuran algunas creaciones, lo que ocurre, es que el creador tiende a la autocensura, para evitar el rechazo, por tanto, el espíritu de la censura reina en el lugar de creación e impide que estos puedan mantener la iniciativa creativa sin cortapisas. Para volver a la auténtico espíritu creativo tendrán que irse, exiliarse. Ese era el truco que empleaba Lope de Vega, Fénix de los ingenios desde muchos ángulos. Cuando estrenaba Cervantes, pongamos por caso, Lope mandaba a unos propios que abucheasen las piezas del nuevo autor en el Corral de Comedias en el que se representaran, este enojo creaba interrogantes en el público. Los mismos que censuraban la obra del uno vitoreaban a Lope. Era la versión siglo de Oro de las RRSS. La censura moral decimonónica, pone límites de creación y expresión.

La censura es un secuestro de libertades creativas y civiles. Quizá es la fórmula más efectiva para que no aflore la libertad. Sin libertad no hay democracia, sin democracia no hay cabida al librepensamiento.

Muchos pensamos que en lugar de prohibir lo que se debiera aprender en las escuelas es la capacidad crítica del alumno, del público. No necesitamos ni tutelas ni tu tías, dejemos hacer, dejemos crear, respetemos al creador y critiquemos su obra una vez vista o leída.

“Que mi tintero sea la hoguera donde tengo que quemarme y no el Santo Oficio”, parafraseando a sor Juana Inés de la Cruz. Que sea el creador y su Musa los que se equivoquen y no otros los que intenten moldear a las creadoras y creadores.

El tiempo de los Inquisidores no es este, llegáis tarde.

El otro día escuché una frase del poeta premio Cervantes Joan Margarit que creo lo resume todo: “La libertad es una librería”.

Apaguemos las hogueras.

Publicado antes en El Obrero

 

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