Lev Bronstein, -conocido por León Trotsky-, nació en octubre de 1879 en Ucrania, de familia judía. Muy joven se acercó al populismo ruso, movimiento que gozaba de cierto predicamento entre ciertos sectores de la intelectualidad rebelde rusa, pero se alejó rápidamente de él, abrazando el marxismo que tanto había criticado hasta esos momentos, y eso gracias a la influencia de Alexandra Sokolovskaya, mujer con la que llegaría a casarse y a tener hijos.
En 1902 conoce a Lenin, después de haber leído «Qué hacer», obra emblemática de la estrategia leninista. El entusiasmo que por Lenin sintió en un principio se desvaneció al escindirse el Partido socialdemócrata en dos: bolcheviques y mencheviques. Trotsky se alinea con los mencheviques en un primer momento, pero ya en 1904 se aleja de ellos.
En 1905 tiene lugar la primera Revolución rusa, en la cual Trotsky participa como organizador. A raíz de su fracaso, Trotsky es arrestado y encarcelado, pero logra fugarse de la prisión y exiliarse. Permanecerá en el exilio durante doce años, y regresará cuando estalle la segunda Revolución, en 1917.
En el verano de ese año se afilia al Partido Bolchevique, aceptando las concepciones leninianas de organización que tanto había criticado hasta entonces. Organiza asimismo el ejército Rojo, llegando a conseguir el reclutamiento de más de cinco millones de soldados.
En 1905 Trotsky había escrito su original teoría de la revolución permanente, teoría claramente enfrentada a las directrices del marxismo oficial de la Segunda Internacional, que tanto predicamento había conseguido entre los marxistas rusos. Trotsky pensaba que el desarrollo del capitalismo en Rusia estaba obstaculizado por los restos de feudalismo que permanecían en pie. A pesar de la liberación de los siervos que decreta el zar en 1861, Rusia no había conseguido encauzarse por la senda de la gran industrialización, ni había emergido una gran burguesía. Rusia no era una potencia económica comparable a otras potencias europeas, y a pesar de que había focos de industrialización provocadas por el Estado, no llegaría a convertirse en una gran potencia al estilo de Alemania.
Rusia era un país atrasado sin posibilidades de que emergiera una gran burguesía que llegara a industrializar el país. La autocracia zarista se encontraba entre el autoritarismo y el despotismo, más cercano a este último, y el final de la tiranía no llegaría de la mano de una burguesía revolucionaria porque las posibilidades de que apareciera ésta eran nulas.
El campesinado ruso vivía en condiciones penosas, solo los kulaks prosperaban; la presión fiscal era inaguantable pero necesaria si se quería un ejército competente que pudiera hacer frente a posibles ataques. El ensalzamiento del campesinado por parte de ciertos sectores intelectuales provocó que el socialismo que se postulara fuera diametralmente distinto de lo que llegó a llamarse «socialismo científico». Las figuras de Alexander Herzen y de Nicolai Chernikovski, principales teóricos de la corriente populista, fueron muy reputadas entre sectores de la intelectualidad de izquierda si no hostiles al marxismo, muy alejadas de éste. Pero la deriva terrorista del populismo, y el poco entusiasmo que los campesinos mostraron hacia el populismo fueron las causas de su declive, y de que las corrientes marxistas empezaran a gozar de cierto predicamento.
Los marxistas rusos, en la estela de Kautsky y de Plejanov (el gran introductor de esta corriente en Rusia) pensaban que Rusia tenía que desarrollarse en un país capitalista moderno si quería poder llegar en algún momento al socialismo. Esta tesis era también defendida por Lenin y por los mencheviques.
La originalidad de Trotsky fue rechazar tan supuesto, que era fruto del esquematismo evolucionista del marxismo oficial y que no era más que falsificación de la dialéctica, falsificación pregnante en el socialismo alemán. Trotsky pensaba que Rusia podría entrar por la senda revolucionaria siempre que ésta fuera dirigida por la clase trabajadora en alianza con el campesinado, y evitando a la burguesía que se pasaría pronto a la reacción en el momento que la revolución tuviera tintes proletarios. Las guerras imperialistas debían ser evitadas por la clase obrera que nada tenía que ganar en ellas.
Cuando estalla la Primera Guerra Mundial, tanto bolcheviques como mencheviques se oponen a ella, a diferencia de los partidos socialistas alemán y francés. Si la guerra era imparable era necesario reconvertirla en guerra revolucionaria, pero ya dirigida por el proletariado en alianza con los campesinos. Los bolcheviques en el poder, sin embargo, fueron poco afectos a la tradición republicano-democrática de los padres fundadores, Marx y Engels.
Esto fue seriamente reprochado por la líder del ala izquierda de la socialdemocracia alemana, Rosa Luxemburgo.
Los bolcheviques conquistaron el poder porque el proletariado había conseguido conquistar la hegemonía política sobre el campesinado, y porque se habían hecho con la dirección del proceso revolucionario. Esta era la idea rectora, la tesis central de la teoría de la revolución permanente formulada por Trotsky en 1905, y fuertemente criticada por Lenin durante años, hasta febrero de 1917.
En sus Tesis de abril Lenin deviene «trotskista», así como Trotsky abraza las formas leninianas de organización que tanto había criticado.
No obstante Trotsky pensaba que no era posible construir con éxito el socialismo en países atrasados si además no surgen procesos revolucionarios en los países industrialmente avanzados. Eso no quiere decir que apostara por exportar la revolución sin el apoyo de la clase obrera del país en cuestión. La victoria de la revolución socialista en países atrasados conllevaba una tarea industrializadora por parte del Estado. ¿Era una nueva vía no capitalista de modernización e industrialización? En cierto sentido así es. Y un cambio en una parte del sistema supone un cambio en todo el sistema, porque el capitalismo imperialista es ya un todo estructurado. Por desgracia Trotsky nunca elaboró una teoría completa y detallada del imperialismo. Lo que sí tenía el revolucionario ruso muy claro es que en los partidos obreros hay un enemigo mortal: la burocracia.
La burocracia socialdemócrata se aliará con la burguesía para impedir el éxito de la revolución. Por eso también prestó atención a otras formas de organización obrera distintas del partido y del sindicato, por eso teorizó sobre los consejos obreros. Y hay que reconocer que fue un pionero. El consejo obrero es, en realidad, la antesala de un estado obrero.
Trotsky conjugó dialécticamente a partir de 1917 la autoorganización obrera con la organización de la vanguardia. El mal de los partidos socialdemócratas, la burocracia, fue también el mal del partido bolchevique en el poder. La inexistencia de corrientes y de partidos provocó que la burocracia del partido ruso malograra la revolución, convirtiéndose en una casta privilegiada que gobernaba de espaldas a los trabajadores. Trotsky en un principio partidario de la supresión de corrientes y partidos, llama después a la democratización para luchar contra la burocracia. Enfrente tiene a Stalin, Zinoviev y Kamenev.que ganan la batalla, y sumen la Unión Soviética en una dictadura jacobina y terrorífica. La revolución ha sido totalmente traicionada, y el socialismo se esfuma en manos de la burocracia..
El análisis del stalinismo y del fascismo ocupó los últimos años del pensar de Trotsky, junto con la construcción de la IV Internacional.
Nota.-Charla expuesta y debatida en la Asociación de vecinos Valle-Inclán de Prosperidad