LAS MAREAS Y PLATAFORMAS
Prospereando | 23/01/14 | ciudadanía

Desde hace demasiado tiempo las calles de Madrid y de muchas ciudades de España se llenan con frecuencia de manifestaciones convocadas por mareas, plataformas, por los sindicatos, por partidos políticos, no por todos, protestando por los recortes presupuestarios en sanidad, en educación, en la investigación, en las prestaciones sociales, protestando por los desahucios que dejan a las familia en la calle, por la reforma del sistema de pensiones, por la nueva Ley de Seguridad Ciudadana, la ley mordaza… La relación es interminable.

Las protestas son la expresión de la inquietud, de la angustia de una sociedad que soporta una crisis económica interminable, que soporta el paro de seis millones, una tasa de pobreza creciente, que no percibe una salida a esta situación a pesar de los reiterados discursos esperanzadores del Gobierno. Solo percibe tramas de corrupción de millones que salpican a grandes empresarios y a personalidades políticas, unos pocos que se están enriqueciendo. Se percibe que se está desmantelando el llamado estado del bienestar que costó años de esfuerzo y muchas luchas y que las cosas ya no volverán a ser como antes.

Se pide que volvamos a tener una sanidad de calidad sin más recortes, que se recupere la Escuela Pública, se pide un trabajo digno para todos. Se pide también la dimisión de un Gobierno que va al dictado de la Troika y de los grandes grupos financieros y que nos lleva a esta situación.

Las mareas y plataformas se manifiestas juntas, deben hacerlo porque tienen un objetivo común, terminar con los recortes, no privatizar los servicios públicos esenciales, cambiar esta política.

Pero el problema es más profundo, va más allá de unos recortes presupuestarios y de un eventual cambio de Gobierno. El problema es la concepción neoliberal de la sociedad y de una política que prima los intereses económicos del gran capital, que nos está arrastrando a la pobreza.

Y la ideología neoliberal no solo está imbuida en el partido del Gobierno, está imbuida en otros partidos y domina casi todos los medios de comunicación y amplios sectores de la sociedad.

No basta con cambiar un Gobierno si no se cambian las directrices políticas y económicas, si no se cambia la concepción del Estado y la sociedad, si no se opta decididamente por un modelo de sociedad que prime los intereses de la mayoría de la población sin excluir a nadie, si no se apuesta por disminuir las escandalosas diferencias económicas entre unos pocos y los demás, si no lucha por una sociedad profundamente democrática y con claros valores éticos.

Para lograr este profundo cambio no es suficiente tener la mayoría parlamentaria, ni siquiera la mayoría absoluta, es necesario lograr un amplio apoyo de la población.