El pasado 16 de febrero, en el templo de la torería cantarina, el madrileño coso de la Galileo Galilei, se cortó la coleta el diestro -mejor deberíamos denominarlo siniestro- José Mª Alfaya ”Ponencias”. Un morlaco astifino de la ganadería de Pandemiura le habría interesado la yugular, con el efecto colateral de retirarle de los ruedos musicales. Sus compañeros de tantas tardes de cartel promovieron un festival de despedida en el que se lidiaron reses de los más acreditados hierros con los que «Ponencias» se ha enfrentado a lo largo de su casi medio siglo de carrera artística: guillermos, catalanes, monchos, carildos y gaiteros.

Comienza esta en ruedos marroquíes formando parte de diferentes cuadrillas modestas, y al mismo tiempo como eventual apoderado y promotor de espectáculos. Conoce al diestro «Chiquito de Moratalaz», con quien forma pareja en la estela de los excelsos duetos de la tauromaquia: Joselito y Belmonte, Manolete y Arruza, Ordóñez y Luis Miguel, Puerta y Camino, etc. Mano a mano triunfan en tentaderos, fiestas privadas y festivales.

Años después, con «La Discreta» como moza de espadas y mujer de confianza, lo vemos bregando en solitario en plazas madrileñas de tercera, intentando abrirse un hueco en el escalafón. Con escasa suerte, aunque siempre celebrado por un selecto ramillete de aficionados que le siguen a todas partes y jalean su estilo hondo.

En su deseo de investigar y recrear el arte de Cúchares, forma cuadrilla con «Marinerito de Torrevieja» y con dos subalternos escindidos de la Banda del Empastre, «Curro Posturas» y «El Proletario». Pocos años después se une como picador «Finito Timbales» y siempre, como chófer y el más fiel aficionado, «Gitanillo del Canal». Esta tropa se presenta en los carteles como Taller de Reinsertables.

Salvo «El Proletario», que presentó un certificado médico justificador de su ausencia, todos ellos lucieron su arte en el festival de despedida de Alfaya. También hicieron el paseíllo otros peones que han formado parte de la cuadrilla, como «Teclas», «Serranito de Santa Cruz», «Plumilla de Tres Cantos», «Asadito de la Pampa», y la señorita torera «Morenita de Uganda». Y estuvieron al quite el diestro moldavo «Pepintréckx» y “El Niño de Repsol”.

El historial artístico de «Ponencias» en su larga trayectoria no tiene parangón. Su absoluta disponibilidad para pisar las arenas más modestas, festivales y corridas benéficas con destino al sostenimiento de obras de misericordia, le ha hecho merecedor del Gran Toisón Gordo de Beneficencia, de la Medalla al Mérito Rojo y de un sinnúmero de variopintos reconocimientos menores. Está en posesión del récord nacional de asistencia a este tipo de espectáculos solidarios, superando ampliamente las cifras del anterior número 1, el lidiador de allá Indio Juan «Boludito Plateao».

Ha aplicado igual generosidad a sus subalternos, a los que ha repartido la totalidad de los emolumentos, en las escasas ocasiones donde los hubo, y a quienes ha permitido lucirse individualmente en quites.

A toro pasado podemos afirmar que Alfaya, dominador de todos los tercios y de los lotes menos propicios, ha sacado faena de astados resabiados, broncos y ásperos que no tenían un pase. Ha despreciado el toreo fácil, recreando un estilo propio que ha asumido elementos de la escuela clásica, entreverándolos con lances heterodoxos poco comunes. Pasará al Cossío como lidiador de culto (se entiende, claro está, que culto protestante) que se ha enfrentado, en solitario o con su cuadrilla, con los cornúpetas más difíciles.

Con un lleno hasta la bandera, el festival de despedida de Alfaya colmó las expectativas del respetable, que no cesó de pedir que la música acompañara todas las faenas. Los tendidos estuvieron repletos de socios del gran número de peñas que llevan su nombre, así como de empresarios que han solido contar con su torería y saber estar. Cabe destacar la presencia de las más altas autoridades, a nivel estatal y madrileño, de la sociedad cooperativa Ilusiones Sobreras, Unai Sordo y Paloma López, respectivamente; de quien fue su representante en la enseñanza secundaria y hoy diputado Agustín Moreno; y también de los directivos de la Plaza Monumental de Nuestra Señora de la Esperanza de la Castellana, regentada por los trabajadores de Sintel cuando se pusieron al sistema por montera y donde Alfaya y los suyos sentaron sus reales e   hicieron   una   larga   temporada.

Al final, «Ponencias» destapó el tarro de las esencias y, desde los medios, realizó un largo brindis en el que vino a mencionar históricas faenas de compañeros de profesión que han alcanzado el Olimpo y permanecen en el recuerdo de todos los buenos aficionados. Toda la plaza era un clamor, y con insistencia reclamó el sobrero, por nombre “Caperucito”, al que dieron capotazos todos los integrantes del cartel más espontáneos que se tiraron al ruedo. Los tendidos se poblaron de pañuelos y en su triunfal vuelta al ruedo «Ponencias» recogió numerosos presentes. Entre ellos un grupo escultórico de unos caballos de purpurina al galope, que, aunque bastante deteriorado, ha sido, al parecer, reclamado por el PCE, que asegura pertenece a su patrimonio desde la época de Paco Frutos y que tiene gran valor sentimental por ser regalo de los chinos (se entiende que del Partido Comunista Chino).

La memorable tarde finalizó con la salida a hombros por la puerta grande de José María Alfaya, quien declaró a los medios que, no obstante su merma de facultades, sigue disponible para sesiones de toreo de salón, que requieren menos exposición.

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