Este 10 de diciembre, Día de los Derechos Humanos, la ONU ha hecho recuento de lo que han significado para el mundo los últimos dos años y, la conclusión es extremadamente dolorosa, las desigualdades han aumentado de una manera intolerable.

Desigualdades que la Declaración Universal de Derechos Humanos, adoptada por la Asamblea General de la ONU el 10 de diciembre de 1948, intentó erradicar. Las décadas siguientes de esa memorable fecha vivieron algunos avances muy significativos que, sin embargo, los últimos veinte años han echado por tierra. La pandemia que sufre el mundo ha dejado al descubierto la fragilidad de muchos de esos avances.

Como dice la expresidenta de Chile y Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, en su comunicado con motivo de este 73 aniversario “durante las dos últimas décadas, desde 2001, una sucesión de conmociones globales ha socavado ese progreso. Y el inicio de esta devastadora pandemia en 2020 puso al descubierto muchos de nuestros fracasos para consolidar los logros que habíamos conseguido».

Continúa señalando que «las desigualdades han agravado la pandemia y continúan haciéndolo. A su vez, la pandemia ha provocado un aumento alarmante de las desigualdades, lo que ha provocado tasas de transmisión y mortalidad desproporcionadas en las comunidades más marginadas, al tiempo que ha contribuido al aumento de los niveles de pobreza, la profundización del hambre y el colapso de los niveles de vida. Estos, a su vez, corren el riesgo de alimentar el resentimiento, el malestar social e incluso un conflicto real».

Bachelet señala que los perdedores en esta catástrofe son los que ya estaban más afectados, las mujeres, los trabajadores informales y de bajos ingresos, los jóvenes, los ancianos, las personas con discapacidad, así como los miembros de las minorías étnicas, raciales y religiosas y los pueblos indígenas.

Añade que “Las desigualdades se han ampliado tanto dentro de los países como entre ellos. Se pronostica que la mayoría de los países desarrollados experimentarán un crecimiento en 2022, mientras que se espera que los países de ingresos más bajos experimenten una recesión continuada, ampliando aún más la brecha entre sus poblaciones».

Pero todavía hay otra crisis que afecta y separa aún más a los países pobres de los ricos: la crisis medioambiental.

En 2020 se registraron un total de 389 desastres relacionados con el clima, que mataron a más de 15.000 personas, afectaron a unos 98 millones e infligieron daños económicos por valor de 171.000 millones de dólares. La migración ocasionada por el clima está aumentando en todas las regiones y países, según un informe del Banco Mundial.

La región con más desplazados climáticos internos sería el África subsahariana, que podría ver hasta 86 millones de personas en movimiento; seguida por el este de Asia y el Pacífico, con 49 millones; el sur de Asia, con 40 millones; el norte de África, con 19 millones; «América Latina, con 17 millones» y Europa del Este y Asia Central, con cinco millones. Se prevé que en el Norte de África se registrará la mayor proporción de migrantes internos por motivos climáticos en relación con la población total. Esto obedece en gran medida a la grave escasez de agua, así como a los impactos del aumento del nivel del mar en las zonas costeras densamente pobladas y en el delta del Nilo.

El vicepresidente de Desarrollo Sostenible del Banco Mundial, Juergen Voegele, señala que el informe “es un crudo recordatorio del coste humano que genera el cambio climático” que aunque aún puede desacelerarse, es irreversible.

Por último, según datos del Centro de Monitorización de Desplazamientos Internos (IDMC por sus siglas en inglés), en 2020 cerca de 7 millones de personas de 104 países fueron desplazadas dentro de su propia nación por desastres ocurridos tanto en ese año como en anteriores.

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