Esto de las inmunizaciones masivas es una locura: primero fueron los vacunódromos, se le unieron los centros de salud y posteriormente los hospitales, ahora entran en la vorágine geopolítica el santo bancario, el que interacciona y el de los grandes almacenes, dentro de poco con la compra del periódico del domingo, te darán, además del suplemento dominical un bono para dos vacunas a canjear en la tienda de ultramarinos más cercana a tu domicilio con el fin de hacer barrio.

Ya lo dijo Don Nicolás: Por lo general, los humanos juzgan más por los ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver, pero pocos comprenden lo que ven. Este Maquiavelo, era la repera limonera, lo que sabía de política, a pesar de haber nacido hace cinco siglos. ¿O quizá es que ni los humanos ni los políticos hemos evolucionado en tanto tiempo?

De todas formas, me encanta cuando se ponen las pilas, los políticos, para llegar a tiempo a todo resquicio de libertad, cañera, por supuesto.

En Madrid que es un escenario geopolítico de primera magnitud, está; lo privado, el voluntariado ONG, el voluntariado de jubilados y lo público.

En el primer estamento correspondiente a los vacunódromos, con sus inmensos vomitorios, cerrados para que no se desperdigue la multitud y tengan posibilidades de adquirir la cobertura de rebaño ampliamente, allí vacunan los voluntarios jubilados, como es el caso del que fue Palacio de los Deportes y ahora tiene un nombre que no me hago con él, no me resulta muy español, habrá que consultar en la oficina de Cantó. Bien, pues ahí, un espacio con más de 60 puertas, todos los “vacunandos” tenían que hacer cola para penetrar por la misma puerta y una vez ya vacunados, salir todos también, por una misma y única puerta. El resto de ellas de adorno, una especie de complemento estético que ofrece el antiguo Palacio. Una vez dentro había que subir unos tramos de escaleras, lo ideal para personas con ciertos problemillas en la deambulación, máxime teniendo un espacio inmenso a ras de calle, la pista, llamémosla así.

Luego, tras escalar a la primera planta una pantalla te manda a una mesa de vacunación con su voluntario jeringa en ristre dispuesto a ofrecerte su buen hacer en pro de la salud grupal, pero un propio que ordena a gritos, posiblemente preparado para el pastoreo te lleva a otra. Llegas con tu historial clínico en la mano y le cuentas a la voluntariosa persona que te va a inyectar el preparado lo que te ocurre.

-Buenos días, mire, esta es mi historia clínica, yo padezco…

-Debe seguir haciendo su vida normal y tomar la medicación como siempre.

-Ya, pero yo es que padezco una enfermedad crónica y…

– En caso de tener fiebre tome Paracetamol cada 8 horas ¡Siéntese! ¡El brazo!

-Espere, no hay alguien a quien le pueda consultar…

-¡No!, aquí no hay médicos

-¿Y esa ambulancia medicalizada que hay en la puerta?

-Por si a alguna persona le ocurre algo.

-Y si es a mí.

-¿Se la va a poner o…?

-Me la pongo, me la pongo. ¿es Vd. del voluntariado?

-Sí.

-De los que colaboran, de los que colaboran a que no contraten a sanitarios en paro.

-Ya está. Espere. Tome, aquí en esta hoja se acredita que le han puesto la primera vacuna. ¡Siguiente!

Cuando los pastores te llevan al redil del descanso obligatorio de 15 minutos miras la hoja que te han dado y… ¡Oh, sorpresa!, no coincide la fecha de nacimiento, tampoco el número del DNI, tampoco los apellido, solo el nombre es el mismo. ¡Acongojante!

En lo privado, los grandes almacenes, alguien me ha dicho que lo sabe de muy buena tinta, que vacunarán en la última planta, para que antes de poner el brazo uses la tarjeta de crédito tras comprar en distintas secciones. Luego mientras te vacunan hacen una interesante presentación de los últimos diseños de Calvin Ismo, pour homme y Miro, eau de pendón executive.

Algunas personas comienzan a ver la eficacia en la gestión; conseguir la meta de vacunados antes que nadie. Al precio que sea. Otros confirman que a eso se le denomina eficiencia, que es la capacidad de conseguir lo deseado. Alguno piensa que la oficina del Español tenía que estar más alerta sobre lo que se dice, es de la opinión que eso es efectividad, ya que indica la manera de conseguir el objetivo.

Y mientras los unos se enfrascan en el conocimiento del idioma, otros, desde lo público, con prudencia, sin alharacas, demuestran lo que viene a seguir llamándose Sanidad Pública.

-¡Hola, tiene algún tipo de alergia?

-Sí, a la sandía, al aguacate a…

-¿Tiene alergia a algún medicamento?

.Sí, a la penicilina y a las sulfamidas…

-Un momento.

-Pero yo vengo a vacunarme.

-Espere a que le vea un médico y decida.

-Pero si yo…

Y espera en tensión más de diez minutos, la duda le atenaza, el corazón se acelera, a pocos pasos de la ansiada vacuna y puede que no lo consiga. Al fin alguien dice su nombre y a donde debe dirigirse.

-¡Buenos días! Cuénteme a qué medicaciones tiene alergia.

-Ya le he dicho que a las sulfamidas, a la penicilina.

-¿Es alérgica a los laxantes, a algún contraste?

-No, que sepa.

-Muy bien, espere un momento aquí, ahora la llamarán. La va a ver el especialista en alergias.

Cuando parecía que todo iba bien, que había superado la frontera de las alergias con rotundidad surgió un nuevo inconveniente. Nuevamente apareció la sudoración profusa, la taquicardia, la duda… Media hora después está frente a la alergóloga.

-¡Hola, soy la alergóloga, estoy mirando en sus historial y debe ponerse la vacuna “X”, es con la que menos riesgos podría tener. Veo que, también, tiene alergia a distintas frutas. Tras ponerse la vacuna debe esperar media hora por si existiera una reacción adversa de algún tipo. Si ocurre alguna cosa enseguida me avisarán. Tranquilidad, no pasa nada, está Vd. en su hospital de referencia. Enseguida le vacunarán.

Y llegando aquí, veo que me he hecho un lio con lo que es; eficacia, eficiencia y efectividad, ¿qué es lo importante, la calidad o la cantidad?

Desde pequeño me enseñaron que más vale un por si acaso que un, ¡Válgame Dios!

Pero la aceleración de la neolibertad obliga a tergiversar la realidad. No, miento como un bellaco, don Nicolás nos lo contó hace siglos, ellos nos intentan confundir por un lado y nosotros, por otro, evitamos comprender la realidad de lo que en verdad está ocurriendo.

Si el señor Maquiavelo levantara la cabeza, lo que aprendería con esto de las vacunas… Seguro que se le ocurriría ponerlas desde los cajeros automáticos. No habría ningún tipo de prevención, pero cumplirían el objetivo mucho antes, no me cabe ninguna duda. Mientras tanto la mayoría nos quedaríamos viendo el dedo que señala al cielo en lugar de ver las estrellas en el firmamento.

*De lo que aquí se ha escrito en cuanto a las dos formas de aplicar una vacuna, es totalmente cierto y existen pruebas de ello

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