El pasado 23 de julio, día del libro pandémico, eso quiere decir que, como el 23 de abril, día del libro, la cosa estaba chungareta y el confinamiento era nuestro estado natural de ver y sentir la vida, se transpuso al 23 de julio. Nadie sabe por qué.

Yo firmaba en El Buscón, nuestra librería de cabecera, mi última locura, una novela que, entre otras cosas, busca, indaga si Don Benito Pérez Galdós, fue o no fue masón.
Estaba enfrascado en eso de la firma, cuando vi aparecer una mascarilla que podría coincidir con la de un querido amigo de épocas pasadas. Un hombre que, cuando le jubilaron del banco, le dio por hacerse politólogo, fue cuando abandonó la política de partido, y ahora sigue a vueltas con el doctorado, que debe ser muy largo el tocho que prepara `porque habla de la UE y lleva con ella casi un lustro.

Julián, que así se llama mi amigo, es vegetariano, y cuando nos vemos nos tomamos un café solo, con churros. Por tanto, cruzamos la calle y ¡zas!, un par de solos y una de churros (¿a qué suena extraño?)

Hablamos de la vida, pero enseguida nos fuimos a la política, más concretamente a todo este lío que está montando un señor apellidado Villarejo, con sus cintas grabadas.

-Pues a mí tanta cinta y tanta voz me recuerda a un ventrílocuo, “Toma Moreno”, es poner voz a lo que todos conocían y nadie contaba. Le ocurre lo mismo a este tema que a la cuestión del 3%.

-Tienes razón Julián. Si tiraran de la manta los unos por omisión y los otros por comisión, estarían todos los partidos de pringue total. Pero en lo de ”el cintas” hay cosas que por aquello de la defensa del rey, han perdido su interés. Y luego te encuentras que los partidos de siempre no quieren oír hablar de cambio de organigrama.

-Por supuesto, cuando terminó la II Gran Guerra, se dividieron la Europa atlántica y mediterránea, entre la social democracia y la democracia cristiana, y ahí siguen, eliminaron todo lo que olía a comunismo, porque podía servir de trampolín a la URSS y tomar al asalto el corazón de EEUU, había que pagar el plan Marshal de alguna forma.

-Lo mismo que han querido hacer ahora.

-Pero eso ha sido por inercia. No pueden entrar nuevos jugadores a la mitad de la partida, y menos los rojeras.

-Cierto, porque, ni comunismo edulcorado ni nada, todo se fue al garete, menos el regente. Y aquí no pisó ese Marshal, ni en broma.

-Claro, hubo mucho vacile del gobierno español, con el wolframio, durante la II Guerra Mundial. Los aliados echaban chispas.

-¡Ah, sí!

-Hubo un ministro, el de exteriores, que quería respetar los, más que pactos, que pedían los aliados, si se cortaba el abastecimiento de wolframio, la guerra la tendrían perdida los del eje, ya que ese mineral se usa para hacer armamento y bombas. Pero otro ministro, el de comercio, le importaba más el porcentaje que se llevaba con la venta de este mineral y lo vendía clandestinamente y a través de empresas alemanas que operaban en España, sin freno alguno.

-Y se pensaba que los aliados eran tontos del todo y se chupaban el dedo sin azúcar.

-Pues más o menos. La cosa fue tan gorda que el embajador inglés, se fue a ver al regente, cuando estaba de vacaciones en San Sebastián, limpiando de minas el cantábrico con el Azor o pescando los bogavantes más grandes del año. Allí, se le pusieron las cosas incómodas al suplente y cuando terminó la guerra y tuvo que comprometerse formalmente. Tras la II Guerra, nos hicieron la peineta, por no haber hecho las cosas bien.

-¿Pero, Julián, cómo íbamos a hacer las cosas a favor de los aliados si estábamos a favor del eje?

-Éramos neutrales.

-Lo juro, por cambiar, cambiamos hasta la hora. Aquí vivíamos en el uso horario de Alemania.

-En todo caso, lo que tendríamos que haber hecho, es no vender a ninguno el preciado metal que le daba más consistencia al acero.

-Vamos, que se le vieron las orejas al conejo que estaba dentro de la chistera.

-Muchos piensan que fue al revés, era el conejo el que llevaba la chistera puesta, pero muchos no lo vieron o no lo quisieron ver. Muchos lo denominan “La prepotencia de los vencedores”.

-Y si a eso le unes la escasez de alimentos, tras la guerra internacional que sufrimos en España, pues para qué contarnos.

-No, el problema del desabastecimiento en España, tenía color de venta por rebajas. Además de la mala gestión del campo, la indudable falta de agua, hubo algo que se llamó estraperlo. Los ganadores tenían que hacer su pequeña o gran fortuna, a costa de los perdedores. En resumidas cuentas la cosa fue así. Para colmo, el regente no sabía gestionar un país, lo mismo que no supo gestionar una guerra, solo supo desarrollar medidas de desgarro social, en ambas situaciones.

-Hablando de regente. ¿Qué me cuentas de la que se está liando por una novia arriba o una novia abajo.

-Cualquiera diría que sus antepasados no fueran del mismo porte. A nadie le habría tenido que extrañar. Lo insensato es lo que pasó. Tras una regencia de 40 añazos, nos traen y lo aceptamos a un rey a titulo de lo que quieran, con su campechanía y sus taras de fábrica.

-Además, Julián, contra la Constitución, porque allí se dice que: todos somos iguales menos uno. Cuando lees eso ya empiezas a mosquearte. Yo creo que no estuvimos a la altura de la historia, ni siquiera de la moda. En Europa solo los micro países e Inglaterra, son de visos monárquicos, en España ya habíamos cumplido con el cambio social que se esperaba.

-Figúrate, allá por 1910, empezó la hermana Portugal a eliminar la monarquía, tras la I Gran Guerra: Alemania, Austria, Checoslovaquia, Hungría, Polonia, Lituania, Letonia, Estonia, Finlandia, en 1922 se sumó Irlanda, en 1924 Grecia, un años después Albania y no nos olvidamos de Rusia. España fue el decimoquinto país que cambió de modelo.

-De poco nos sirvió.

-No fuimos los únicos, algunos países regresaron al modelo monárquico, como Grecia.

-Para luego regresar a la república, ¿no?

-Muy cierto, pero lo que ocurrió aquí fue único. Supuso un cambio notable en el caso de nuestro país, porque has de saber que, nuestro modelo social, educativo y cultural, fue encomiado por todos los países. Ningún país en tan pocos años tuvo tal cantidad de mujeres y hombres con un nivel cultural tan alto. Fue un nuevo paradigma, un nuevo breve siglo de oro.

-Ya, cuando dio la vuelta a la tortilla, el nivel que aquí había, tuvo la necesidad de huir a otros lugares. Aquí, los mediocres sentaron cátedra y los del “cara al sol”, se licenciaron y doctoraron en lo que les vino en gana.

-Sí, pero esa es otra historia, que estamos hablando de libros. ¿Qué, has firmado muchos libros?

-Verás, como ese “siglo de oro” emigró, pues…, además, julio es muy mal mes.

-Ya, pues a ver si nos vemos más a menudo. Si me gusta el libro, ya te digo, compañero.

-Encantado de volver a hablar contigo Julián.

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