El pasado jueves 22 de febrero, en la Asociación de Vecinos Valle-Inclán, pudimos disfrutar de una charla tan interesante como necesaria: “Desmitificación de la Inteligencia Artificial”, ofrecida por Felipe Gómez-Pallete, fundador de la Asociación por la Cultura y Calidad Democráticas junto con Paz de Torres, la otra ponente que no pudo acompañarnos por dificultades de última hora.
Con una sala abarrotada y expectante, Felipe realizó una brillante exposición estructurada en dos bloques.
En primer lugar hizo una somera, clara y fina exposición de lo que es la IA en términos técnicos: un dispositivo o sistema cuyos componentes responden a la arquitectura informática creada en 1945 por Von Neuman. Esta no es otra cosa que: una unidad de procesos, instrucciones y datos. Aunque es verdad que con una pequeña gran diferencia: la capacidad de cálculo y el volumen de datos que hoy pueden procesarse son increíblemente superiores a los de hace 80, 40 o 20 años. El nombre de Inteligencia Artificial fue acuñado en 1956 por el matemático John McCarthy, y realmente se ha convertido en un significante exitosísimo. En los últimos 12 meses ha sido protagonista absoluto de la “conversación pública”, además de ser considerada palabra del año (2023) por el Collins English Dictionary. Señalemos, como explicó Felipe con claridad meridiana, que las “piezas” básicas de la IA son cuatro:
- Hardware: sustrato físico y tangibles sobre el que opera la lógica programada, es decir, el aparato: supercomputador, ordenador, teléfono inteligente, etc.
- Software: instrucciones, aplicaciones y lenguajes de programación, es decir, las herramientas con las que nos “comunicamos” con las máquinas para optimizar su rendimiento, para realizar con ellas trabajos concretos o para programar.
- Big Data: datos que son procesados en el dispositivo o hardware según los algoritmos (software) que hayamos introducido. En la gigantesca fuente de big data que es Internet, se contabilizaban en el entorno de 1.800 millones de webs.
- Robótica y Bot/IA Generativa: las técnicas que aplican la informática al diseño y empleo de aparatos que, en sustitución de personas, realizan operaciones o trabajos, y ahora también actividades creativas.
La segunda parte de la exposición fue menos descriptiva y mucho más reflexiva y provocadora. Nuestro invitado se hizo, nos hizo, preguntas nada retóricas sobre el alcance, virtudes y problemas de este potente instrumento, que difícilmente podemos categorizar de inteligente si, hoy en día, no sabemos lo que es la inteligencia (humana), Felipe dixit.
Nos lanzó tres preguntas para las que ofreció respuestas, tan sugerentes como inteligentes. La primera hacía referencia al pasado: ¿es la IA una revolución convencional como otras?, la respuesta: sí y no. La segunda nos traía al presente ¿debemos entender la IA hoy como ángel o como demonio?, la respuesta: ambos. Y la tercera miraba al futuro ¿hacia dónde nos conduce la IA?, respuesta: nadie lo sabe (y quién lo sepa no dice la verdad).
La densidad en la exposición no se puede resumir aquí, pero conviene recordar que se despidió compartiendo la idea de un posible horizonte no tan lejano, donde el planeta tierra podría estar habitado por entes robóticos humanizados y, a la vez, por seres humanos robotizados: ¿ciencia ficción, proyección de un mito? Lo que es seguro, nos dijo, es que ya estamos llegando tarde a nuestro deber como ciudadanos y, entiéndase, ciudadanas: exigir regulación, regulación y regulación.