Refrescarse con la película Bananas es uno de los encantos que tiene el cine. Volver a ver films que nos han hecho reir y que, debido a su genialidad, cada vez que los revisamos nos hacen gracia y alegran la vida.

Un film hecho de ‘sketches’, pero con una continuidad de película larga. Algunos de ellos copiados de directores y artistas geniales como Chaplin o Groucho Marx, pero no por ello mejor aprovechados.

Allen es el único director de cine americano (y al decir americano, no me refiero a los magníficos directores que se ubicaron en los Estados Unidos, por causa, principalmente del exilio, alemanes, austriacos, franceses, etc.) que se ha atrevido a criticar su sistema (económico capitalista) y a hacerlo de una forma inteligente y sin ser perseguido por ello, es decir con acusaciones macarthianas.

El inicio del film, que es una celebración patriótica en un país de centroamérica, tomando la embajada americana, me recuerda aquel famoso chiste que decía: “Sabéis por qué nunca ha habido un golpe de Estado en USA”, la respuesta era evidente: “porque allí no existe embajada americana”.

Todo esto se liga a ese individuo que interpreta Allen, con los traumas de sí mismo, pequeño, débil, feo, y por supuesto, judío, (ha sido también el primer judío que hace los mejores chistes de los judíos, y sin faltar, eh!), en que no le sale nada bien, pero al final su ingenio le hace convertirse en héroe. Real como el cine mismo.

Conviene revisarla para pasarse un buen rato y también para pensar irónicamente sobre nuestras vidas. Hay secuencias geniales que se recordarán siempre, como ese combate de “boxeo”, retrasmitido en la noche de bodas, en la cama con televisión, locutor y público delante, o como esa compra masiva de bocadillos y ensaladilla rusa, en el bar que hay al lado de la selva, de avituallamiento de la guerrilla. Pero el ‘sketch’ que siempre recuerdo es el aparcamiento de las dos cofradías en una calle de Nueva York, peleándose por el sitio y con el crucificado en el suelo, esperando a que se decidan (a guantazo limpio) a ocupar el parking.

Si no la han visto veánla, es lo mejor de Allen, con una Nati Abascal, tan joven como ahora, ¡lo que hace la buena cirujía!, y si la han visto, repitan, porque les alegrará el día, y con tanta miseria alrededor, la mejor terapia es reirse de algo.