1. Insuficiencia de la democracia institucional
Creo que cada vez se va extendiendo más la percepción de que la democracia institucional tiene graves insuficiencias y se duda de que el Congreso sea la expresión real del sentir popular. Se aspira a una mayor democracia, a una democracia participativa.

2. Insuficiencias de nuestro sistema de representación institucional
El Art. 1.2. de nuestra Constitución de 1978, que significó una aportación histórica a la democracia española, dice que “la soberanía nacional reside en el pueblo español del que emanan los poderes del Estado” y reconoce el derecho a voto de todos los hombres y mujeres mayores de edad.
El Art. 68.2 establece que “la circunscripción electoral es la provincia” y se asigna un número de diputados a cada provincia. Esto impide que un partido minoritario obtenga algún diputado en provincias con una población reducida. Favorece, por lo tanto, al bipartidismo. Pero, además, se efectúa el recuento de votos para la asignación de diputados a cada partido según la ley de D´Hondt que favorece a los que tienen más votos. Se rompe la proporcionalidad.
Se podría añadir que un partido necesita cuantiosos recursos económicos para difundir sus planteamientos en los medios de comunicación que le sean afines y hacer campañas electorales.
Para mí la primera propuesta debería ser promover las modificaciones necesarias para que la cámara de diputados refleje con fidelidad el sentir popular.

3. Dificultades para establecer una democracia participativa
Establecer una democracia participativa no es una tarea fácil y no puede imponerse por decreto. Los sectores que ostentan el poder político o económico son reticentes porque temen perder el control de la sociedad y amplios sectores de la misma no tienen demasiado interés en participar ya que siempre representa un esfuerzo.
Además, hay serias dificultades técnicas para canalizar la participación en núcleos urbanos importantes impidiendo la manipulación de algún grupo.
Pero hay que empezar y, para mí, los mejores campos de iniciación son los pueblos y los barrios de las grandes ciudades recabando, por ejemplo, la participación colectiva en la elaboración de los presupuestos municipales. Desde hace años hay experiencias positivas en algunas capitales de provincia de España.
En este proceso creo que el movimiento vecinal puede desempeñar un papel muy importante como escuela de este nuevo estilo de gestión congregando a los vecinos de un barrio que conocen muy bien los problemas de su entorno y todos pueden participar y dirigir en común la asociación elaborando conjuntamente programas de actividades.
Nuestra Asociación de Vecinos de la Prospe tiene este estilo de gestión desde hace muchos años con resultado satisfactorio y sin ninguna tensión. Es una demostración de que es posible la democracia participativa.