Quisiera refugiarme en la ciencia para apartarme de la angustia de la crisis, los recortes presupuestarios y el hundimiento de la economía española. Para mí, el arte, especialmente la pintura, no es una buena salida. No hay más que recordar los grabados de Goya, los cuadros de Gutiérrez Solana, El Grito de Munch, cuadros de Picasso como el Guernica o los cuerpos destrozados de Bacon. Los artistas son sensibles a las inquietudes de su tiempo y nos las transmiten en sus obras.
Por eso prefiero la ciencia como consuelo y refugio. Podríamos mencionar simplemente las magnitudes que se indican en cualquier tratado elemental de ciencia. Citemos, por ejemplo, que hace unos 13.500 millones de años, se produjo el Big Bang que ha estudiado Hawking, y se formó el universo, nuestro universo porque hay otros, que este universo es finito, tiene un límite a unos 13.000 millones de años luz.
Un año luz es el recorrido de la luz que se desplaza a la velocidad de 300.000 km/s, es decir, 9.460.000 millones de km/año.
Los geólogos afirman que la tierra se formó hace unos 4.500 millones de años y que los Pirineos aparecieron ayer, a finales del mioceno, hace menos de 23 millones de años.
Pero si pasamos al mundo microscópico sabemos que la materia está formada por átomos y los átomos por un núcleo de un tamaño de unos 10-10 m constituido por protones y neutrones y está rodeado por una corteza electrónica. El electrón de una masa igual a 1/1835 a la del protón, tiene una carga eléctrica negativa de 1,6. 10-10 coulombs. Pero los protones y neutrones tampoco son partículas indivisibles y están constituidas por quarks, leptones…
Los biólogos y los médicos nos dicen que los virus, que costó muchos años detectarlos por su pequeñez, tienen un tamaño de 1 µm a ? 0,01 µm y encima nos describen su estructura.
La ciencia es un mundo fascinante, se ha podido medir los límites del universo y la estructura del mundo microscópico de los átomos o conocer los componentes de los virus determinando su composición química.
Y, por otra parte, a pesar de estos espectaculares avances científicos, que muchas veces nos pasan inadvertidos y no nos percatamos de su importancia en nuestra vida cotidiana, no hemos sido capaces de lograr un mundo en paz en el que se respete la dignidad de las personas y desaparezcan las dramáticas situaciones que sufren cada día miles de millones de hombres y mujeres. Esta situación, además, no es una fatalidad de la naturaleza, tiene unas causas.