Ana Diosdado

El lunes 12 de septiembre, al fin se rindió el merecido y esperado homenaje, en el teatro María Guerrero, a Ana Diosdado, la primera gran dramaturga española. Murió trabajando, en una reunión que presidía. Tanto tiempo para organizar el homenaje y tan pocos compañeros de profesión. Sentí pena y vergüenza, no pudo disminuir mis sentimientos la presencia del ministro en funciones del gremio.

Ana, fue actriz, escritora, dramaturga, guionista, directora de escena y no había compañeros para recordarla, aparte de los que habían sido invitados para homenajearla, posiblemente ha llegado demasiado tarde, el 5 de octubre hará un año de su muerte.

Recordemos que ella se subió a los escenarios a los 5 años, haciendo el papel de hija de Mariana Pineda. Claro, no fue en España, en aquel año 1943 Federico estaba mal visto, oído y sentido en esa España. Otro día hablaremos de él, este año hace ya 80 que lo asesinaron allá por Viznar.

Ana, era hija de artistas, su madre Isabel Gisbert, el padre todos los recordamos, Enrique Diosdado, él me enseñó viejos trucos de maquillaje escénico. Su segunda madre fue Doña Amelia de la Torre (La Celestina), gran mujer, inteligente, atenta a todo. Buenísima persona de conversación inteligente.

Tengo un gran cariño por toda esa familia, cuando el abuelo Joaquín, contratado por su compañía, estaban de gira, nunca consintieron que él viajara en el autobús, con el resto de compañeros, era mayor y había que cuidarlo, siempre se lo agradeceré. Era una familia magnífica.

Ana era ahijada de Margarita Xingú, nació en el exilio, fue en Argentina, ya que sus padres se fueron con Margarita. Estudió un poco de filosofía y un poco de letras, pero no terminó la carrera, se puso a trabajar en la compañía de sus padres, además comenzó a escribir.

Fue finalista del premio Planeta en el año 1962, tres años después escribió su primera novela, en 1969 adapto una obra de Peter Ustinov: “A mitad del camino”. A lo largo de su carrera fueron muchas las adaptaciones que hizo, Como La Gata sobre el tejado de zinc, creo que en esa obra conoció a Carlos Larrañaga, que fue su marido

En el año 1970 nos regaló su primera obra de teatro: “Olvida los tambores”, que años después se hizo en cine a cargo de Rafael Gil. En la obra teatral estaban Juan Diego, su compañero en aquellos años, las magníficas María José Alfonso y Mercedes Sampietro, Jaime Blanch y nuestro vecino y amigo, Emilio Gutiérrez Caba, entre otros. Fue su primera obra, la escribió como divertimento de verano y le salió redonda.

Una noche de ensayo la conocí, estábamos un montón de gente en el escenario, no sé qué pintábamos allí, llegó Ana con su voz primorosa, delicada y dejándose caer, como aquel que no dice nada, nos colocó a cada uno en su sitio, sin levantar la voz, algo raro en un ensayo. En el escenario estaba también Ornela Muti, guapa, preciosa…, bajamos del escenario como Ana indicó, yo estaba cerca de la sensual Ornela, pero no…, me había enamorado de Ana, de su forma de hacer y decir, me pareció fantástica, increíble, una especie de diosa de los escenarios. Lo era.

La obra, “Olvida los tambores”, fue un éxito, Ana nos reflejaba un poco a todos los jóvenes: lo que creíamos ser, lo que pretendíamos ser y lo que nuestros miedos y frustraciones nos hacían ser de verdad.

Luego vino “El Okapi”, la lucha generacional en una residencia de ancianos, certero mensaje que aún está ahí, esperando a que alguien lo solvente. Más tarde “Los Comuneros”, la visión de Carlos V sobre el levantamiento de los castellanos Padilla, Bravo y Maldonado.

Y siguió haciendo teatro como la recordada función “Los 80 son nuestros”, buen teatro ya que ella conocía perfectamente su oficio, supo desde su primera obra como ir haciéndolas mas intensas, como llevar a los espectadores al interés creciente, poco a poco, tomándoles el pulso para que no se acelerase más de lo necesario.

Llegó el guión para TV en forma de la serie aún recordada por muchos de nosotros, se trataba de “Anillos de Oro”. Analizó por primera vez en los platós las separaciones, los divorcios, Ana e Imanol Arias fueron los protagonistas. Fue la serie que más éxito tuvo en TV y abrió nuevos caminos al hacer guiones para la pequeña pantalla que aún siguen vigentes

Luego vino “Segunda enseñanza”, serie también de gran éxito. Siguió escribiendo teatro hasta el final, en junio de 2015, estrenó su última obra, basada en la vida de Teresa de Jesús, se titula: “El cielo que nos tiene prometido”.

A lo largo de su vida profesional obtuvo multitud de galardones: Doctora Honoris Causa por UAH, Gran cruz de la Orden civil de Alfonso X El Sabio. Premio Fastenrath de teatro, Max 2012…

Sus compañeros no fueron al homenaje que organizó la Fundación SGAE, pero sí estuvo el público que admiró su trabajo durante décadas. A ellos se debía.

Murió con 77 años, tras diagnosticarle dos años antes Leucemia y haber sufrido un accidente vascular previo. Murió presidiendo la Junta de la SGAE.