Fue al amanecer, en el momento en el que un manto naranja teñía el horizonte, cuando Aldo y Bruno, pactaron el acuerdo. Los dos jóvenes se comprometieron a compartir sus vidas con Elsa, esa joven y hermosa criatura de la que ambos estaban enamorados.
Mi amiga Silvia que pasa sus últimos días de vacaciones en el hospital por unas complicaciones con sus divertículos, como es economista, divierte a sus divertículos leyéndoles historia de la economía. Me cuenta que las ciudades-Estado de los Sumerios, Asirios y mesopotámicos, a pesar de no haberse inventado muy bien …
En no pocas ocasiones perdemos el horizonte integrador de la sociedad, comenzamos a personalizar y encontrar definiciones poco concretas sobre la realidad que vivimos. La que en realidad vivimos y no la que queremos vivir.