
Lo cierto es que este año se sabía; cayera donde cayese el “Gordo de Navidad”, que estaba asegurado, según esa leyenda sobre la suerte, que dice caer siempre donde ha ocurrido alguna desgracia.
Lo que no está claro para muchos sobre esa leyenda, es que no sabemos si se refiere a que cae donde más falta hace desde el punto de vista ambiental, social, urbanístico, económico…
A muchos ayuntamientos el Gordo les ha caído con el nuevo impuesto sobre basuras urbanas – no; no pensemos en esos que eliminan servicios sociales y tratan a los ciudadanos como basura – , me refiero al tema de limpiezas varias y viarias, esas que todos echamos en falta, al menos una vez al día en nuestros pueblos, barrios y ciudades.
Algunos vecinos eran más proclives a pensar en que la suerte, este año, tras un estío incendiando los campos de la península y unas administraciones poniendo en solfa los derechos sociales, con más ahínco y ceguera, recaería fijo en ciertos lugares como los derechos de las mujeres.
Otros eran de la opinión que la suerte enseñaría su manto para los mayores que necesitan los euracos, para poder pagar una sanidad sin desmantelar y así, mantener su escaso nivel de salud.
Para muchos padres, la idea sobre donde aparecería la suerte, estaba puesta en los jóvenes, esos muchos que necesitan el dinero que trae la suerte del brazo, para poder crecer en conocimiento, ahora que la universidad pública, parece que está en la UCI y, de esa forma, al terminar los estudios, podrán emigrar e investigar en otros países y ser útiles a la sociedad y a ellos mismos.
Los de mediana edad necesitan las perras de la suerte, para poder hipotecarse hasta que les dé el penúltimo jamacuco y el último perrenque y poder habitar un espacio al que puedan llamar hogar.
Unas pocas personas, también tenían idea de que la suerte rozaría a los mileuristas, para eso, para que el Gordo les ayude unos años a llegar a fin de mes y no sentirse pobres y marginados…
Lo malo es que, seguro que alguno de los afortunados, no hace caso a las estadísticas de desafortunados tras haber conocido la fortuna, y se hacen socios de la “plataforma de amigos del turismo masivo y la potenciación de la gentrificación acelerada”. Es una manera mucho más rápida de adelgazar la cuenta que si usáramos Ozempic, para perder peso tras el turrón.
A muchos torpes, como yo, les han tenido que explicar que cuando cae el Gordo, es en positivo, y que los presidentes de ciertas naciones imperialistas y supremacistas, son pesos gordos, pero de la guerra, de la destrucción y su fin es hacer caja sin jugar con los números que están en los bombos, ellos lo tienen en las bombas. No dan suerte, solo bajas en las ciudades y dividendos en sus cuentas.
Pues eso, que Felices Fiestas, si ello es posible y sin perder el horizonte de la dignidad y los ecos apagados de la justicia social.
Lo indudable es que, este 22 de diciembre, estaba cantado que el Gordo caería en un lugar y a unas gentes que lo necesitaban.