ESPERANZA
Prospereando | 06/12/14 | editorial

Estamos en otoño, hace frío, las calles están cubiertas de hojas, los días van siendo más cortos, las noches más largas. El campo tiene un aspecto melancólico, un poco triste, pero a finales de mes, en el solsticio, los días volverán a ser más largos, al principio casi no percibiremos el cambio. Se atisbará la primavera, todavía lejana. Todavía pasaremos muchas noches de heladas, ventiscas, alguna nevada pero tendremos la certeza de que los días cada vez serán más largos, que volverá la primavera, que volveremos a ver los campos verdes tachonados de flores. Tenemos la esperanza de que volverá la primavera.

También a finales de mes, según la tradición cristiana, nació un niño en una aldea perdida de Palestina, un niño que era hijo de unos pobres campesinos. Este niño será llamado el salvador pero tuvieron que pasar muchos años para que  llegara a ser conocido.  Este niño de la aldea perdida es motivo de esperanza.

Hoy nosotros también nos encontramos en un ambiente deprimente que nos abate, el paro, la pobreza, la juventud sin salida que tiene que emigrar, la corrupción de muchos políticos y empresarios, los reiterados discursos falaces que nos pretenden persuadir de que vamos muy bien.

A pesar de que hay motivos para el desaliento tenemos esperanza, sabemos que es posible dar un cambio a esta sociedad, que es posible lograr una sociedad más justa, más solidaria, sin las escandalosas diferencias sociales y económicas de hoy, que es posible cambiar una estructura económica que nos oprime.

Se están movilizando demasiadas mareas, plataformas y algunos partidos políticos para no tener esperanza. Sabemos que el camino no es fácil, sabemos que el camino es largo como son largas las noches de invierno que faltan para llegar a la primavera pero sabemos que lo podemos lograr. Los agricultores también tienen esperanza, siembran el grano y esperan meses para que empiecen a ver el verdor de los campos.

Necesitamos ilusión, tener la certeza que se puede lograr si todos nos esforzamos y tenemos unos objetivos muy claros, si sabemos muy bien qué cambios queremos y cómo pretendemos lograrlo.