Cuando escribo esto, José Luis Sampedro, el anciano con la mente más juvenil de cuantos tengo constancia, aún vivía y daba primorosas muestras de estar muy bien imbricado en el presente y despierto. Daba muestras de una inteligencia, una vitalidad y una visión tan preclara como para anunciar que aunque el sistema se hunde, se acaba, ya hay un proyecto de futuro en marcha, y que los jóvenes del 15-M le han devuelto la esperanza. Y eso a sus 94 años.