Rajoy quiere cambiar el sistema de elección de alcaldes

En el sistema electoral de España, aprobado por ley en el año 1985, se elige a un partido político que defiende una ideología, presenta un programa de actuación para cuatro años y un equipo, los candidatos de la lista electoral, para desarrollar su propuesta. La candidatura va encabezada por el candidato que el partido presenta como alcalde en el caso de que gane.

El alcalde no se elige en las votaciones, se elige en el primer pleno del consistorio entre todos los concejales.

Si el partido más votado no tiene mayoría absoluta, más del 50 % de los concejales, los partidos minoritarios afines pueden llegar a un acuerdo y votar como alcalde a un miembro de uno de los partidos que han firmado el pacto. Saldría elegido si juntos alcanzaran la mayoría absoluta. Esto exige que, después de unas negociaciones, se acuerde una línea de actuación común.

Se produce esta situación en muchas ocasiones, como en las elecciones a la presidencia de la Comunidad de Andalucía, por ejemplo, el Partido Popular fue el más votado y obtuvo 50 diputados, el PSOE 47 e IU 12. El PSOE e IU juntos sumaban 59 diputados, mayoría absoluta, llegaron a un acuerdo de programa de actuación para formar gobierno y así se eligió como Presidente al que encabezaba la candidatura del PSOE para gobiernar conjuntamente con IU.

El PP, quizá por temor a perder la mayoría absoluta en muchos ayuntamientos en las próximas elecciones, propone ahora que el alcalde sea el cabeza de lista del partido más votado. Hace años, en el año 2004, el PSOE defendió esta postura aunque ahora la rechace. IU se opone radicalmente.

Este cambio sería muy profundo, rompería el sistema actual y exigiría una nueva ley electoral quizá introduciendo una segunda vuelta. Se podría dar el caso de que fuera alcalde el miembro del partido más votado pero que tuviera en la oposición dos o más partidos afines que sumaran más votos que el mayoritario. Tendríamos un alcalde que no correspondería al sentir de la mayoría de la población.

La gobernabilidad de un ayuntamiento no sería posible si no se asignara al alcalde poderes especiales, que pudiera tomar decisiones al margen de la mayoría, un sistema de gestión presidencialista menos democrático y participativo.

Considero que sería un profundo retroceso democrático y se podría lanzar el grito de no nos representa, el alcalde no representaría el deseo mayoritario de la población.