El peligro mayor del enquistado conflicto es que vuelva a cerrarse en falso. Para resolverlo satisfactoriamente sería preciso abordar el problema por la raíz, es decir la ocupación. Como Israel no está interesada en una solución, los occidentales deberían ejercer una enérgica presión para conseguirlo, en lugar de hacer brindis al sol con condenas verbales a la violencia y llamadas a la calma. Leer más…