De vuelta del verano paseo por el barrio entre máquinas perforadoras, escombros, aceras levantadas, ruido y polvo. Se remodela la calle López de Hoyos.

A servidora que es de natural curiosa le cayó en su manos el periódico local "Gente en Madrid" y leí, que la reforma de la calle responde a una demanda de los comerciantes y de los propietarios de la zona. Como la lectura la realicé sentada no tuve ocasión de darme un traspiés ante el comentario del periódico. Y me asaltaron una serie de preguntas: ¿Por qué el Ayuntamiento no ha recibido a las AAVV, a los vecinos/as de Prosperidad para participar y opinar en la remodelación? ¿Por qué se consulta a una parte de los ciudadanos y al resto se nos excluye? ¿Es la participación ciudadana para el Ayuntamiento un grupo musical?

La Alcaldesa visitó las obras pero sin entrar en el mercado de Prosperidad, centro del eje López de Hoyos, donde los puestos se vacían, los comerciantes se van a locales con salida a la calle y los que se quedan no saben el futuro del edificio. La política del Ayuntamiento salta a la vista, dejar los espacios públicos inservibles y reconvertirlos en privados. Tenemos un ejemplo cercano: La plaza de Prosperidad después de su remodelación. Es un lugar duro de ver y de estar, sucia, con un arbolado grimoso, que en el verano es un dolor cruzarla y cada dos meses utilizada como un mercado privado o como pasarela de moda o lo que convenga a los comerciantes. Poco importa que esos días se dificulte el acceso al metro con cordones de electricidad por el suelo que hacen difícil cuando no peligroso cruzar la plaza. Lo esencial es tener contentos a los comerciantes.

Sigo paseando por el barrio. Veo a un indigente metido en una caja de cartón. Ha hecho una pequeña ventana en la parte frontal del mismo y allí ha colocado un vaso de plástico para que dejemos nuestra ayuda. El hombre está sentado con una postura imposible, intenta evadirse de su realidad con la cabeza apoyada en los brazos y los brazos en las rodillas. Su figura es un cascote humano en el paisaje urbano. Unos pasos más adelante dos indigentes todavía jóvenes, sentados en la acera, con los cuerpo curtidos de noches a la intemperie, le comenta uno a otro. "Mi piso estaba en la calle Granada; por un lado veía el parque y por otro la plaza de toros". Y pienso en las miles de personas que vivían en sus calles Granada y ahora lo hacen en las aceras, o en los cajeros, o en bancos públicos o saben que tienen los días contados de tener un techo.

El PP dice que la alcaldesa de Madrid ha sido una buena gestora del ayuntamiento -tan buena que le han dado el billete de vuelta a casa- porque ha recortado la deuda; sí, pero a base de podar los servicios públicos, de aumentar la precarización en el empleo, de bajada de salarios, de disminución de plantilla de los trabajadores del Ayuntamiento. Y el último "logro", los nuevos parquímetros que se han instalado en la ciudad cuestan seis mil euros la unidad; si se lleva a cabo la operación de restringir el tráfico de la zona centro a los coches un centenar de parquímetros se habrán quedado sin uso. Seiscientos mil euros, tirados a la basura. No importa es dinero público.

El resultado salta a la vista abandono de la limpieza de las calles, disminución de recogida de basuras, muebles viejos que llenan las aceras, bolsas de basura rotas, papeleras inservibles, dejadez en los parques, ramas de los árboles que se caen y la sensación de vivir en una ciudad que ha dado a la moviola a años atrás. López de Hoyos no se escapa de esta situación.

En la calle se nota la fractura de la sociedad, el aumento de tiendas exclusivas de un consumo elitista para las clases pudientes en unos barrios y en otros el incremento de pobres que luchan por vivir y que han hecho de la calle su hábitat.

Pongo la radio y oigo la voz del Sr. Rajoy: "el próximo año será el de la recuperación. Aquí no hablamos de brotes verdes, aquí hablamos de raíces vigorosas". Se acaba el verano y volvemos a los discursos vacíos, a las declaraciones altisonantes.

El PP se lava las manos. Como siempre. Y como siempre, los ricos de frotan las suyas.