En la tarde del 2 de noviembre, tuvo lugar en la Asociación Vecinal Valle-Inclán, un homenaje-encuentro a Isabel Rodríguez Guilmaín, socia y amiga, fallecida este último verano en Madrid.

Bajo el título «Contemplamos el paso del tiempo´´ dio comienzo el acto al que asistieron familiares, amigos y socias/os de la Asociación, con el ánimo de recordarla con cariño y compartir aspectos significativos de la vida y personalidad de Isabel, que como se vio a lo largo de la velada, habían dejado huella en todos los presentes.

Tras una breve intervención del coro de la Asociación, se proyectó un reportaje audiovisual y fotográfico del recorrido de Isabel en su vida profesional, familiar y de sus años pasados en la Asociación. Con las intervenciones de los asistentes se pudo apreciar un rico mosaico, con anécdotas, reflexiones y comentarios, con abundantes matices de firmeza, originalidad, belleza, solidaridad, constante apertura a lo nuevo de una vida como la de Isabel dedicada al arte floral y enamorada de la música y de las flores, habiendo trabajado en la tienda familiar de jardinería y floristería.

Le marcó el ambiente en que vivió. Su padre, Pablo Rodríguez Ávila, fue el primer presidente de Fleurop en España y «su chico´´, como ella llamaba a su marido, Ramón Ortíz, con el que dio nombre a una rosa de las premiadas en el concurso de Rosas Nuevas de la Villa de Madrid, en la Rosaleda del Parque del Oeste. Isabel formó parte del jurado de dicho certamen durante años.

La temática se centró luego en su llegada a la Asociación, hace ya 11 años, coincidente con el desalojo de su sede anterior y traslado a la actual, y su actividad en ella.

Destacaron fotos con su presencia en desayunos mensuales, semanales, que para ella eran «sagrados´´, las obras de teatro en las que participaba siempre, los paseos por Madrid y actos reivindicativos como la inauguración de la «Plaza de los Jardines Mario Benedetti´´, por la Junta de Distrito, siendo presidente de la misma Mauricio Valiente, y a propuesta de la Asociación.

Un asiduo compañero de los desayunos, Eduardo de la Fuente, fue el primero que ofreció su domicilio para registrar por primera vez la Asociación en los años 70, se refirió a ella como, «una mujer ejemplar, amante de las artes y de la belleza y de hacer el bien a la colectividad no puede ser más que una buena persona´´. También se refirió a su constancia al acudir a las actividades de la Asociación.

Durante el homenaje tuvimos la oportunidad de ver y escuchar «Artie Shaw-Años 40´´, «Frenesí´´ y «El Vals de las Flores´´, de Chaikovskie.

Al finalizar un picoteo ilustrado nos permitió estrechar lazos que tanta falta hacen en una sociedad individualista como en la que vivimos.

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