E.M.E.

Los vecindarios andamos, como casi siempre, esperando que la municipalidad intervenga en la mejora de nuestra salud, habitabilidad y estado del menos mal estar.

Con los malos humos y los futuros insectos (Cucarachas) merodeadores de cocinas, vemos que todo se lo lleva el aire, aunque deje la pestilencia y al pulmón de cada cual no parezca sentarle bien, da lo mismo, nos atacan desde el centro de los barrios con “edificios cocina” dispuestos a multiplicar las acroleínas (C3H4O), las mismas que emanan de los tubos de escape y de los cigarrillos. Tiene su poética (los coches contaminan, los cigarrillos también, ¿y las cocinas industriales?), pero la salud no acaba de pillarle las emociones al asunto, solo las emanaciones.

Le ocurre igual que a la contaminación de la faraónica construcción de la ex Operación Chamartín. La broma nos va a llenar la calle 30 y calles cercanas de polvo procedente del transporte de los áridos, como si viviéramos tabique por medio con una cantera. Moraleja, entre las partículas acroleínicas y el polvo de áridos en suspensión que se desprendan al paso de los camiones que lo transportan, nos van a dejar los pulmones hechos polvo. Vamos a necesitar un nuevo Zendal que se dedique a cuidar los bronquios desquiciados, irritados y atormentados de los vecinos afectados, que tampoco aprecian la poética de la situación.

Mientras tanto “artivistas” de los barrios están dispuestos a que la municipalidad que tan poco ayuda a los vecinos, no se salga con la suya. Si cierran los Centros de Salud y no abren los Centros Culturales de Mayores ni los otros Centros Culturales, nos reinventamos y nos culturizamos vía zoom. ¿Qué la gestión de la cultura la tienen que llevar desde las Juntas sin participación de los vecinos? Pues a darle más al zoom. Es una de las pocas cosas que nos ha traído de bueno la pandemia, el organizarnos vía zoom. Todo un invento. Además, la OMS, dice que la cultura es salud y que la cultura es el motor del mundo.

Y el motor se puso en marcha, sin ir más lejos, el pasado 29 de mayo, un grupo de “artivistas” de la Prospe, en su mayor parte señoras de la Valle Inclán, junto a sus amistades de poéticas peligrosas, decidieron parafrasear a Ricardo Reis, el más entrañable alter ego de Fernando de Pessoa, este decía, más o menos que: somos cuentos de cuentos haciendo un cuento.

El sábado pasado se homenajeó a los grandes poetas que vivieron en la Prope: Amparichu Gastón y su marido Gabriel Celaya, Claudio Rodríguez, Mario Benedetti y la prosa poética de Rafael Sánchez Ferlosio. Se unieron los poetas que actualmente pasean el barrio y se contaminan los pulmones, como: Rui Valdivia, a las poetas de la Aso, que están en el trance de publicar, como Maribel, a aquellos que agradecen los que les ha dado su entorno familiar o barrial como Javier Oliva o Miguel Ramón , a los que desempolvan poemas actuales escritos treinta y cinco años atrás, como Jesús, o a poetas invitadas como Isabel Montero Garrido.

Durante esa hora advertimos que somos poesía de poesía haciendo poesía; verdad, sentimiento y pasión. Comprendimos que somos olvido encendido en el recuerdo descontrolado, para los unos, o solo olvido, sin más, para las otras.

Percibimos en esa acción poética que las palabras, los versos, las estrofas son necesarios para el alma, son el testamento a un mundo de infinitas sensaciones que permutan y anexan los recuerdos y las vivencias.

Comprendimos que los versos nunca dicen lo mismo, aunque se lean sentados en el mismo sillón, que los silencios se abren a distintas esperanzas, aunque sean igual de largos y hayan esperado sobre la misma silla, que sus palabras adquieren nuevos sentidos, alcanzan otras emociones, se abren a palabras que alcanzan sensaciones y cromatismos desconocidos o ya olvidados a ilusiones que se tumban a la espera de un mejor momento. Pudimos ver que las emociones desquiciadas se volvían a erguir y a respetarse, que las ideas volvían a ser fuertes y dejaron de ser melifluas y desnatadas.

Hubo cantos de poetas filósofos o filósofos poetas como Facundo Cabral, y Jesús supo activar la memoria y la esperanza en el ser.

Hubo versos desde el dolor que escribió y recitó Marisa.

Hubo versos que nacieron como prosa y María les dio una nueva alma.

Al final empezamos a comprender que la palabra es un testamento de infinitas emociones que se deja a un mundo de infinito mercantilismo.

Tras cada verso está el metaverso, tras cada poema lo propio.

Esas voces nos activaron la memora, en el fondo solo somos la memoria que nos sostiene integrada en nuestras vidas. Comprendimos que cada poeta inventa la poesía y disfraza su realidad interior, aún así refleja sus sentimientos.

Cuando aquella poética terminó, todas sabíamos que la poesía sirve para limpiar las impurezas sociales y existenciales.

Entendimos que los poetas se ficcionan a ellos mismos a través de los versos. Cada poema es distinto al otro, pero cada poema es el poeta en estado puro. ¿Shakespeare, era Hamlet o Desdémona, era Macbeth o Yago, era Julieta o Shylock? El bardo inglés era todos y cada uno de los personajes, encarna cada uno de los sentimientos que hay en sus versos.

Supimos que para conocer a un poeta había que adivinarlo a través de la obra, que su cuerpo no era más que el contenedor de emociones, ilusiones, sensaciones…

Y lo más grande de la velada poética es que aprendimos a ver con ojos de poeta.

La municipalidad nos dará todos sus malos humos, nos hará respirar polvo, nos secuestrará todo elemento cultural de proximidad en los distritos, los vecinos no podremos opinar a cerca de cuales son nuestros intereses, pero siempre tendremos al poeta a nuestro lado.

Gracias a todas las voces (Puri, Lucía, Teresa, Maribel, Marisa, Pepa, Pilar, Cristina, María, Mª José, Miguel, Jesús) que nos dieron vida, sabor y verdad durante unos minutos. Gracias a las “artivistas” (Esther, Gabino, Juan) que hicieron posible que la humanidad estuviera presente esa tarde de sábado.

Espero y deseo que no sea el último evento de proximidad.

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