Queridos amigos y amigas,
En estos días tan llenos de violencia, malestar y sufrimiento, me sale del corazón compartir con vosotros los sentimientos de solidaridad y de esperanza que nos invaden a todos. Apenas tengo palabras para describir y valorar con justeza la convulsión que nos sacude por entero, la oleada de aspereza que se ha alojado en lo profundo de nosotros. La brevedad de este texto es comparable con la sincera intensidad de su propósito.

Porque entre las densas nubes de la confrontación es posible todavía alentar unas brechas de luz, distinguir entre la resignación y la resistencia, entre la negatividad y la ciudadanía. lo urgente y lo importante, la violencia callejera y el diálogo.

Es precisamente el diálogo una de las palabras claves en esta encrucijada, sea por uso o por desuso.  ¿Sobre qué dialogar, con quién dialogar, para qué dialogar? Las grandes preeguntas esenciales de la vida siempre sobrevolarán sobre nosotros. Y de ellas se derivarán todas las demás, hasta llegar a las más triviales. Todas ellas –las trascendentes y las domésticas- caben en el diálogo. Un diálogo que, por desgracia, hemos desvirtuado a base de mediocridad y de monotonía, de torpe fanatismo, pensamiento opaco y de engañosas equidistancias, de fallida creatividad.

¿Es posible y necesario volver al diálogo? Probablemente es ahora más pertinente que nunca como ejercicio exigente de la comprensión y de la tolerancia, de la racionalidad combativa, de un cambio de piel regenerador. No el diálogo vacío ni retórico, interesado ni rastrero, sino leal y dúctil- El diálogo imprescindible en un tiempo de extrema dureza y gravedad como el que ahora sufrimos. Un diálogo viable que a través de la tensión nos conduzca  a la esperanza.

Bajo la sombra bienhechora del diálogo se alojan los sentimientos personales y colectivos más penetrantes: la amistad, la ternura, los apoyos y recursos varios para vivir, el sentido de trascendencia  y de la espiritualidad, el eclipse de Dios, el sentido y el color de la vida, la búsqueda de la pluralidad, la superación de la indiferencia,,, Todo ello, en un tono de creatividad luminosa,, de calidad y de calidez. de complicidad recíproca, de solidaridad.

Un fuerte abrazo, Santiago S. Torrado

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