Desde hace años, demasiados años, atravesamos una crisis social muy profunda, millones de parados, cotas de pobreza crecientes, nuevos contratos de trabajo con sueldos de hambre, la mitad de los jóvenes en paro, sin futuro. Ya estamos cansados de repetirlo pero está ahí.

Quizás los que más enerva es que mientras tanto se acrecientan las diferencias económicas y sociales de la población y que un 10 % acapara el 55,6 % de la riqueza del país (El País 1.03.15)

Creo que estamos en una situación de emergencia social y pediría a todos los partidos que se comprometieran a lanzar un plan de choque para resolver o al menos paliar esta situación insostenible.

Se nos puede contestar que el problema, el grave problema, se resolverá si se impulsa la economía y el desarrollo del país y que ya se están haciendo esfuerzos en esta línea con resultados esperanzadores, que la situación es ciertamente dura pero hay que continuar con las directrices trazadas.

Sin entrar en el debate sobre el posible acierto de las medidas económicas que se están tomando creo que la situación de emergencia social que denunciamos exige emprender con prioridad una serie de medidas, quizás drásticas, de choque, para superar la situación.

No se puede estar impasible ante millones de parados sin ninguna prestación social, con miles de familias desahuciados de sus casas, con colas en los comedores sociales de los barrios, con gente durmiendo tirada por las calles.

No podemos ir repitiendo cifras macroeconómicas favorables y esperar sentados que los problemas se superen cuando se hayan alcanzado cotas de desarrollo más elevadas.

Reitero que deberíamos hacer un llamamiento a todos los partidos para que incluyan como prioridad en sus programas electorales un plan de emergencia para intentar resolver la situación.

Para resolver el problema no bastan las medidas asistenciales de las asociaciones de barrio, de Cáritas, de muchas personas voluntariosas, estamos ante un problema social que incumbe al Estado y a todas las Administraciones.

Las organizaciones asistenciales y las colaboraciones personales son y siempre serán imprescindibles para resolver muchas, muchísimas situaciones puntuales pero los problemas que afectan a amplios sectores de la sociedad son responsabilidad del Estado y de las Administraciones.