Iniciamos una selección de Películas para ilustrar el contenido del ciclo de conferencias que se está realizando en la Asociación de Vecinos "Valle-Inclán" de Prosperidad relacionado con la Europa actual, su política económica y financiera, sus tendencias neoliberales, su fiscalidad, sus relaciones Norte-Sur y con el resto de las economías del planeta, etc. etc.

La película elegida para iniciar estos artículos se debe al director británico Ken Loach, (Inglaterra, 17/06/1936), un maestro del realismo social británico que lo refleja en todas sus películas, 27 en total, sin contar sus documentales para televisión (una veintena) pasados en su mayoría por la BBC británica.

Ken Loach se inicia en las artes escénicas a su paso por la Universidad cuando participa en un grupo de teatro de su facultad de Derecho en el St. Peter’s College de Oxford. Una vez graduado varió de rumbo y trabaja como asistente de dirección de teatro, pero más interesado por los contenidos audiovisuales, consigue una beca en la televisión BBC, y allí comienza a dirigir documentales. Estábamos en el año 1963; del documental pasa al docudrama o escenización de hechos reales dónde mayoritariamente aborda los temas sociales de la marginación, la falta de viviendas para las clases menos favorecidas, la pobreza y la mendicidad, en comparación con el estado del bienestar de las clases más favorecidas. Estas diferencias de clase, resaltadas desde un punto de vista militante dentro del realismo socialista, no las deja en toda su vida cinematográfica, llegando a provocar que se modifiquen ciertas leyes en defensa de los vagabundos sin vivienda, especialmente con su documental, Cathy Come Home (1966), también producido por la BBC.

Hasta la llegada de la neoliberal Margaret Thatcher, Loach retrató los problemas de los trabajadores portuarios, diferentes huelgas y otros tipos de problemas sociales a través, ya no sólo del documental, sino largometrajes y también filmes para televisión en forma de series, etc. Así se produjeron The Golden Vision (1968), The Big Flame (1969) (no se olvide que estos años fueron los de la lucha en el mayo francés, el estado de excepción español por la muerte por la policía de Enrique Ruano, y otros malestares en Berlín (Rudi Duchtsche, Dani, el Rojo, Cohn Bendit, etc.) Days of Hope (1975), A Question of Leadership (1981) que le costó su prohibición por combatir el Thatcherismo, con los paros y recortes económicos consecuentes, y la censura posterior le impidió la producción de documentales a lo largo de de esta década (70-80). Sólo puedo producir dos películas: Looks and Smiles (1981) y Fatherland (1986).

En los años 90, ya con la dictadura neoliberal de Margaret Thatcher fuera del poder, se reinician sus actividades fílmicas, pero no olvida a los oprimidos, los explotados por el sistema, por la sociedad neoliberal, etc. Es cuando surgen sus películas más conocidas en nuestro país: Riff-Raff (1990), Lloviendo piedras (1993), Ladybird Ladybird (1994), y la que tiene más interés para los españoles: Tierra y Libertad (1995) por tratar el tema de la guerra civil y los hechos menos conocidos de Mayo del 37 con los enfrentamientos entre anarquistas, poumistas y comunistas, hechos de Barcelona, que cuando se estrenó el film pocos conocían. Es curioso que Ken Loach, en una actuación que le honra, quiso hablar antes del estreno con algunos dirigentes comunistas, como fue el caso de Santiago Carrillo, al que le comunicó de lo que trataba el film, por si tenía alguna salvedad que hacer, sobre todo por si era políticamente correcto, en el ambiente de la transición española en que todo lo referente a descubrimiento de la Memoria Histórica había quedado soslayado. Parece ser que no hubo distanciamiento y que la película se estrenó sin oposición de la izquierda. Estos gestos de Loach, son los que nos dan idea de su honestidad y honradez tan distante, en los tiempos que corren, de otros profesionales de su talla.

En ningún caso en su obra aparece el oportunismo. Sí la oportunidad de denunciar lo que está pasando y la defensa de los desfavorecidos. Su filmografía se completa en los años de este nuevo siglo con títulos como La cuadrilla (2001), la controvertida pero excelente, El viento que agita la cebada (2006), con el tema del IRA, que fue Palma de Oro en Cannes, y la que nos vamos a referir ahora, En un mundo libre (2007), que también se distinguió con el premio al mejor guión en el Festival de Venecia.

En el mes de diciembre de 2012 se acaba de estrenar, La parte de los ángeles (2012), dónde combina los problema de la marginación laboral con el sentido del humor.

Ya entrando en la película En un mundo libre (2007), Ken Loach toca el tema de la precariedad laboral, los contratos temporales, el mundo de las agencias de colocación, los trabajadores emigrantes “sin papeles”, las situaciones delictivas de los empresarios que se aprovechan de las exigüas leyes laborales para favorecer la explotación de los seres humanos más pobres y desfavorecidos. Las diferencias de clase, unidas a la misma diferenciación de clases dentro de la clase del proletariado, es decir un lumpen que vive al día y una parte del proletariado que pretende enriquecerse ocupando el sitio de pequeños empresarios, perdiendo su condición de tal y pasando a integrarse en el sistema neoliberal capitalista, aunque como se ve, este ascenso, es decir la disposición de “abrirse camino a codazos”, celebrado por el tatcherismo como “ascenso al éxito empresarial”, no termina bien, aunque engaña durante los años que dura la burbuja, ya que ésta no es sólo inmobiliaria, o financiera, como ya se conoce en este país también, sino también laboral.

Por su similitud con las políticas de otros países europeos, incluido el nuestro, es muy recomendable este film, que aborda la paradoja de nuestras sociedades, por un lado la emigración necesaria para que funcione la economía, para que haya trabajadores que coticen y así sacarnos del lío de las pensiones y en el otro lado de la paradoja, la xenofobia y el racismo de nuestras sociedades que están dispuestas a devolver a dichos emigrantes a sus países de origen, porque señalan, de alguna forma los defectos de nuestras sociedades: mendicidad, falta de documentación, miseria, pobreza, paro, delitos etc.