El chocolate del loro
Prospereando | 25/03/11 | editorial

Corren malos tiempos para las organizaciones sociales. Con el fantasma de la crisis jugando el papel de protagonista principal, las distintas administraciones públicas prosiguen su escalada de recortes. Y nada más fácil para ellas, que disminuir la cantidad de recursos asignados a toda la pléyade de asociaciones que con su labor social, contribuyen a vertebrar nuestra sociedad. De esa misma manera, las cajas de ahorros, bajo el peso de la reestructuración y las fusiones anuncian drásticas disminuciones en las cantidades que dedican a sus obras sociales. Y mientras, los siempre insuficientes recursos para las necesidades de los sectores más débiles o con menos presencia en la sociedad van a menos, los que pueden decidir, juegan a la cosmética, como en el caso de los "bonus" de los consejeros de Cajamadrid, o anuncian "fantasmales" planes de austeridad, como es el caso de la Comunidad o el Ayuntamiento.

"Prospereando" ha dado sus primeros pasos cuando los frágiles hilos que conforman las redes sociales vecinales están cada vez más en riesgo. Y lo ha hecho gracias a la decidida voluntad de muchos vecinos de nuestro barrio que no nos resignamos a contemplar indiferentes como aumenta el riesgo de exclusión social de amplios sectores de nuestros convecinos. Somos conscientes de que somos pocos, para contribuir a que esa fractura no se produzca, pero creemos que es mejor dar algún paso, aunque sea pequeño, que asistir impotentes y resignados a que la crisis sea pagada "siempre por los de siempre". (Y que sean "siempre los de siempre" los que manejan nuestras vidas sin que al menos les pidamos cuentas.)

En "Prospereando" pensamos que podemos y debemos exigir a nuestros representantes que dediquen su tiempo y sus esfuerzos a solucionar los problemas de la mayoría y no a jugar con los problemas de sus "listas" o de sus "encuestas". El barrio y sus vecinos tienen problemas que no esperan. (El estado de sus colegios, la situación de los centros de salud, los "juegos de manos" con las listas de espera, la atención a los dependientes, el estado de los viales, la calidad del aire que respiramos y otras mil necesidades siempre latentes, nos afectan a todos los que vivimos en la Prospe y a todos los ciudadanos madrileños.)

De nuestra actitud como ciudadanos depende que de la crisis salgamos más vertebrados como sociedad o cada vez más indefensos, frente a la "olímpica" indiferencia de los poderes públicos. Por eso debemos pedirnos entre todos un esfuerzo para participar y no resignarnos. Nuestros pocos siempre sumarán más que nuestras miradas impotentes.